"Mi experiencia con esta obra ha sido óptima en todos los sentidos. Me ha dado muchas satisfacciones”
Charo López es una de las actrices más importantes de nuestro país. Ha sabido hacer suyos textos como los de Fortunata y Jacinta, La Colmena, Los pazos de Ulloa o Los gozos y las sombras. En su currículo aparecen directores de la talla de Mario Camus, Gonzalo Suárez, Montxo Armendáriz o Pedro Almodóvar, por citar algunos. Se desenvuelve con soltura tanto en el cine como en el teatro y la televisión, aunque desde hace unos años se decanta por las tablas gracias a su compañía, Entrecajas. Desde el año pasado, Charo López está de gira por toda España con el monólogo Tengamos el sexo en paz, un texto de los italianos Darío Fo y Franca Rame sobre los mitos, tabúes, alegrías e interrogantes del sexo. Divertida, irónica y ácida a ratos, la obra de teatro ya fue llevada a los escenarios por Charo López durante varias temporadas hace ya una década. Con la perspectiva de los años, la actriz confiesa que le encantaría seguir haciendo esto a los 70 años.
Ha vuelto a hacer Tengamos el sexo en paz diez años después de que estrenase la función por primera vez. ¿Tiene ahora otra perspectiva que cuando la representó hace una década?
Por fuerza debo tener otra perspectiva, sobre todo en una cuestión tan álgida, mítica y tabú como es el sexo. Ahora existen programas de televisión donde se habla de ello y hacen que la gente se familiarice con términos como viagra o píldora del día después. También existe cada vez más información sobre enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados. Estamos en constante cambio respecto al sexo.
¿Ha cambiado la reacción del público de entonces y de ahora cuando asiste a la función?
Ahora el público reacciona con más libertad. Tiene más conocimientos, al margen del texto, y está familiarizado con los términos. Aunque sigue habiendo prejuicios y miedos, a todo se le llama por su nombre. Aun así, existen partes de nuestro cuerpo (porque no dejan de ser simples partes de nuestro cuerpo), como el clítoris, por ejemplo, que continúan teniendo ciertas connotaciones, no se tratan con naturalidad.
El texto de Darío Fo y Franca Rame sí ha permanecido igual.
Sí, sí, el texto es el mismo, sólo que se han ajustado las cifras en cuanto al número de abortos o de embarazos no deseados, por ejemplo. O se incluyen también referencias a la guerra de Irak o a sucesos que han tenido lugar en este tiempo y que están de actualidad.
Cada personaje aporta algo al intérprete. ¿Cómo ha sido su experiencia con el de Tengamos el sexo en paz?
La experiencia ha sido óptima en todos los sentidos. Me ha dado muchas satisfacciones y he aprendido mucho en la escena, he superado miedos. Me ha obligado a relacionarme con el público cara a cara porque, aunque el público es algo abstracto, sé que hay personas sentadas en cada butaca, y cuando me relaciono con ellos y responden con familiaridad entonces me siento cómoda. También me ha ayudado mucho a aprender a trabajar sola, sin red, sin la ayuda de otros compañeros en el escenario. Me han sucedido mil y una anécdotas y no he podido compartirlas con los demás actores, porque no existen. Pero estoy segura de que con 70 años seguiré teniendo interés por hablar de sexo.
Con todo su bagaje en la escena, ¿el monólogo le sigue dando un poco de miedo?
Siempre estoy inquieta, muy nerviosa antes de la función. Los mecanismos de la mente son increíbles y sólo de pensarlo ya me sudan las manos, después de llevar tantos años haciéndolo. Pero se pasa en cuanto salgo a escena y me relaciono con el público.
El teatro es una de sus pasiones, pero la televisión también ha sido un medio muy importante en su vida. ¿Se plantea volver?
No soy yo la que se lo tiene que plantear. Se lo debe plantear la televisión. Ahora mismo los grupos de comunicación son muy herméticos. Además, tendrían que escribir un personaje de enjundia para que yo estuviese interesada en hacerlo. Después de haber hecho cosas tan bonitas y tan importantes en la televisión me daría mucha pena no hacer un papel que realmente merezca la pena. Tendría que ser un proyecto muy bueno para que me decidiera.
¿Es que ya no se escriben buenos papeles para mujeres en la madurez?
El problema es que son hombres, y hombres muy jóvenes, los que escriben. Y ellos no saben nada de las mujeres de mi edad. Sólo escriben para nosotras papeles de apoyatura, tipo madres, tías, abuelas… Se están haciendo algunos guiones interesantes, pero muy pocos. Lo que interesa en el cine es el amor y como el cine lo hacen los jóvenes, sólo escriben historias de gente joven. No tienen ni la experiencia ni el conocimiento para escribir una historia de amor entre personas maduras, así que mejor que no lo hagan. Sería una fantasmada por su parte.
¿Cómo ve el panorama actual en el cine español?
No me atrevería a definirlo mucho, pero yo diría que inquietante. Nos sigue costando mucho sacar películas fuera en igualdad de condiciones, hacer promociones, que los actores nacionales tengan relevancia internacional… De hecho, sólo se me vienen a la cabeza dos nombres. Estamos en un país en el que el cine tiene dificultades, sobre todo de índole económica. Existen guionistas de altura como Gonzalo Segura, Trueba o Almodóvar, los que se nos ocurren a todos normalmente, pero por lo general el cine español es bastante infantil.
Supongo que con este panorama se alegra de tener compañía teatral propia.
Lo considero un privilegio. Es increíble tener libertad, no depender de nada ni de nadie. Yo soy la responsable de todo en última instancia y si las giras se alargan me autoexploto a mí misma y ya está. Hay que viajar mucho porque quien piense que se puede contar sólo con hacer teatro en Madrid está en un error. Hay que ir a las capitales y también a los pueblos, aunque ahora se hace con más comodidad que antes.
Entonces es un mito eso de los ‘cómicos de la legua’, con sus trastos a cuestas.
La imagen de los antiguos cómicos con carromato es muy literaria y muy romántica, pero ya no es así. Viajamos como reyes. Hay coches magníficos, autobuses, trenes, aviones… Las giras de ahora no tienen nada que ver con lo que había antes.
Se habla mucho de la crisis del teatro, ¿qué hay de mito y qué hay de cierto en esto que ya se ha convertido en un tópico?
En España se hace mucho teatro y hay de todo. Bueno, malo, vulgar, rancio y también una oferta muy interesante. Hay muchas compañías, nacionales y privadas, como la mía. Si amas al teatro se pueden hacer muchas cosas. Además, en todas las capitales y los pueblos los teatros se abarrotan. A la gente le gusta el teatro y va a ver teatro.
Sincera, amable, contundente y sin las pretensiones que podrían suponerse en una de las grandes de la escena española, Charo López se despide hasta el sábado, en el teatro, “donde nos veremos, seguro”.