Calor, calor, calor,… Mucho calor
se avecina en un mes que nos anuncia
su peligro a través de la denuncia
que proclama el ladrillo y su sector.
No piden material nuevo y mejor;
no buscan dimisiones ni renuncias;
en su eslogan ganar más, ni se pronuncia
ni quieren presionar al pagador.
¿Entonces, una huelga, para qué..?
Muy sencillo: si quieres la respuesta,
primero come bien, para empezar,
después –por prevención– ponte el arnés,
y en tu andamio, sin aire y sin tu siesta,
al son de muchos grados, a currar…
Al son de muchos grados, a currar…
Y hablamos de un calor casi asfixiante;
de una flama feroz, extenuante,
que apenas si permite respirar.
Y hablamos de ponerte a trabajar
–a veces, a una altura apabullante–
sabiendo que un error, en un instante,
acaba por tus sueños estrellar.
Hablamos de actuar con buen sentido;
hablamos de la vida y sus razones
que puedan reflejarse en los contratos.
Y hablamos del apoyo prometido,
que suena tanto en tiempos de elecciones
y ahora deben dar los sindicatos…