Juan María Ramírez desgrana un pregón repleto de alabanzas a la Virgen
Con la capilla de la Amargura repleta de fieles, Juan María Ramírez se desvivió en alabanzas a la Virgen en la última semana del mes de María. Durante hora y media, el pregonero, que fue presentado por Manuel García, fue entrelazando momentos de la vida de la madre de Dios con vivencias personales de su fe mariana y cristiana.
El pregonero de las Glorias de María hizo un repaso por las advocaciones de la Virgen, engrandeciendo con piropos llenos de admiración su amor hacia María. En un momento del discurso hizo un llamamiento a las familias nazarenas, incitándolas a educar a sus hijos en el amor “que aprendan cerca de María a seguir al Mesías, en una escuela permanente de valores”. Acercó a los asistentes, con palabras cargadas de poesía, la relación entre Dos Hermanas y la Virgen; “bendito sea el día en que la Señora Santa Ana nos trajo a la Virgen niña” para rematar la primera parte del pregón al grito de “niña de los nazarenos, Señora de Dos Hermanas”.
Una vida dedicada a María
Tras los aplausos, Ramírez continuó alabando a la Virgen, recordando cómo le ha dedicado y le dedica toda su vida: “sólo quiero verla reír, mi culto es rendirte mi pensamiento, mi infierno es tu descontento”.
Repasó algunas anécdotas de su vida, como la primera vez que fue al Rocío en bicicleta, y recomendó a los cofrades que acojan a la Virgen, que los más jóvenes “no os durmáis entre varales de incienso”, que Ella está presente en las acciones más sencillas de cada día, “en el paso, en la fábrica, en la calle, en los hospitales, en las barcas de inmigrantes”. Asimismo reconoció la labor de los que trabajan para María.
Juan María también hizo una emotiva referencia a la Santísima Trinidad, diciendo que María “no es la cuarta, pero después es la primera”.
Virgen de la Amargura
Como no podía ser menos, teniendo en cuenta el lugar donde se celebraba el pregón, Juan María dejó para la clausura un emotivo homenaje a la Virgen de la Amargura, la Virgen que es “blanco resplandor de este barrio y de su gente”, del barrio del Cerro Blanco.
Por último, dedicó numerosos gritos de gloria a la Virgen, para “subir al cielo con ella”.