Antonio Morillas es aficionado al teatro desde niño; desde aquellas obras de teatro en Los Escolapios, cuyas funciones de final de curso se solían representar en teatros sevillanos como San Fernando o Cervantes. La fascinación que le produjo subirse a un escenario cuando niño y contemplar la escena desde las candilejas fue sólo el comienzo de una juventud en la que también participó en grupos teatrales del instituto. Aunque dudó sobre su ingreso en la Escuela de Cine de Madrid, finalmente se decantó por la carrea de Medicina, aunque tuvo que continuarla en Valencia, ya que fue expulsado por sus ideas políticas de la Universidad de Sevilla. Ya asentado en Dos Hermanas, una vez inaugurado el Club Vistazul, las infraestructuras que ofrecía lo llevaron al origen de lo que ha sido y es el Colectivo de Teatro Vistazul, que ahora cumple 20 años, con Morillas como director y dramaturgo.
Llevan 20 años en esto del teatro. ¿¿Cómo fueron los principios del Colectivo de Teatro Vistazul?
En los comienzos estuvimos muy vinculados al club de Vistazul, porque el grupo de teatro se creó con gente que nos reuníamos en el centro social. Luego ya conseguimos una entidad propia, pero desde el principio somos Colectivo de Teatro Vistazul. De hecho, el nombre no ha cambiado en estos 20 años.
¿De qué forma ha evolucionado el grupo de teatro en estas dos décadas?
Como en todos los colectivos humanos hay gente que se ha quedado en el camino y gente que ha continuado. De los más antiguos quedamos dos o tres, porque siempre nos hemos ido renovando. Ahora hay mucha gente joven. Las primeras obras se representaban más por diversión que por otra cosa; actualmente ya es algo más serio.
En estos 20 años habrá acumulado muchas anécdotas e historias.
Muchísimas. Desde la primera obra que representamos, que fue Anacleto se divorcia, de Pedro Muñoz Seca, imagínate. Hubo lleno total y tuvimos que volver a representar la semana siguiente. Entonces éramos un grupo de amigos que se aventuraban a hacer una obra, aunque con vocación de continuidad. Fue una sorpresa entre los propios socios del Club Vistazul, que no esperaban semejante éxito. Hay también una anécdota muy bonita, de un hombre con 72 años, cuya ilusión era subirse a un escenario y representó con nosotros. Eso nos dio muchas satisfacciones.
¿No van a hacer ningún acto oficial para celebrar este aniversario?
Acabamos de venir de la gira europea, como quien dice, y también hemos salido recientemente del Festival Nacional de Teatro Aficionado, que ha sido todo un éxito y, la verdad, estamos muy apurados de tiempo también. Hemos hecho una comida de convivencia en la sede del grupo de teatro para estar juntas todas las personas que formamos parte actualmente del grupo y también aquellas que han pasado por el colectivo a lo largo de estos 20 años.
Han representado más de una veintena de obras, pero ¿con cuál se quedaría?
Eso es muy difícil. No es posible escoger. Por ejemplo, Federico en la memoria es la más representada. Bodas de sangre fue el primer drama que montamos. Luego, El malentendido, de Camus, fue un trabajo de interpretación muy complicado. Y La Venganza de Don Mendo es la más premiada. Pero, sin duda, la que más historia tiene es Hatshepsut.
Hábleme de Hatshepsut, ya que es una obra muy especial para ustedes.
Ha sido una obra muy premiada y tiene una escenografía muy complicada y trabajada. Es un drama muy fuerte y fue la primera obra con la que nos presentamos a un festival. Viajamos a Egipto y estuvimos en el teatro de la Ópera con 55 países más. Además participamos en la gala de clausura. Esta obra nació de una experiencia personal y luego ha sido de las que más satisfecho he quedado.
Ha mencionado Egipto, pero también han viajado por Europa y Cuba. Son ustedes un colectivo de teatro muy viajero.
Pues sí. Estuvimos en Cuba por primera vez en 1996, con motivo del hermanamiento con Pinar del Río, y luego hemos vuelto varias veces. De hecho, a finales de junio estaremos de nuevo allí y es probable que actuemos en el Centro Andaluz de La Habana. También estuvimos de gira por Francia en 1998 y ahora acabamos de volver de una gira europea que nos ha llevado a Francia, Holanda, Bélgica, Suiza e Italia. Éste ha sido el viaje de nuestra consolidación.
¿En qué se nota esa consolidación de la que habla?
Nos hemos convertido en un referente para los grupos de teatro aficionado en la provincia, eso es un hecho. Y también tenemos la libertad absoluta para hacer lo que realmente nos gusta. Nuestro repertorio va desde el teatro más clásico hasta el proyecto de El Canal, pasando por producciones más experimentales. Esa diversidad nos acerca a la profesionalidad.
¿Cómo se llevan los actores y las actrices cuando están de viaje?
La convivencia siempre es realmente buena para la cantidad de gente que nos deplazamos. Hay mucha gente joven, de la que a lo mejor se esperaría menos responsabilidades, pero me toca hacer de malo y poner unas normas que todo el mundo cumple cuando salimos fuera.
¿Hay algún proyecto a corto plazo para el Colectivo de Teatro Vistazul?
Es probable que estrenemos El Canal en Herrera el próximo día 28. Y también estamos pendientes de una subvención de la Consejería de Cultura para representar La traición de la Amistad, de María de Zayas Sotomayor. Como dramaturgo, tengo en mente un montaje sobre la Orden de Calatrava, ambientado en el pueblo de Alarcos, que está a ocho kilómetros de Ciudad Real. Será una obra de misterio.
Usted es un hombre muy vinculado a la interpretación, ¿qué le aporta esta afición?
Formar parte del grupo de teatro y actuar es una experiencia maravillosa. Se viven muchísimos momentos para recordar.
Enamorado de la interpretación, Antonio Morillas no ha dudado en intercalar algunos pasajes de sus obras preferidas entre respuesta y respuesta. Sin duda, por amor y por vocación, lo suyo es puro teatro.