Chicotás de lujo y sones inmejorables para una buena tarde de cofradías
La palmera del paso de misterio de la Hermandad de la Estrella se cimbreaba más de la cuenta a las 17:15 horas y es que el viento había decidido soplar con cierta vehemencia en una tarde de Domingo de Ramos en la que el sol, uno de sus más tradicionales invitados, volvió a estar presente. No quiso perderse el astro rey la salida de la Borriquita, la cofradía de los niños y los antifaces levantados de los más pequeños, a pesar de que se anunciaba por calle Botica arriba que la lluvia, agorera de la Semana Mayor, venía con ganas de chafarle la fiesta.
Finalmente, no ocurrió y la cofradía del Domingo de Ramos inició su salida a las 17:00 horas en punto, como está ‘mandao’. Quince minutos más tarde, la pollina que porta al Cristo niño asomaba por el dintel de la parroquia mayor. En la calle, los sones de la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Estrella los recibieron con unas interpretaciones magistrales que acompañaron al paso durante una extensa e inenarrable chicotá que lo colocó bien entrada la calle Santa Ana.
Con andar a la par elegante, de costero a costero, y alegre, con el izquierdo por delante, se meció el paso que cada vez pasea mejor por las calles de su pueblo. Destacaba, bajo un sol abrasador, la terminación de la canastilla con unos coloristas motivos florales que contrastaban con la blancura del exorno floral y la túnica del Señor de la Sagrada Entrada en Jerusalén.
Y detrás… María, la Estrella que cada Domingo de Ramos ilumina la ciudad con cegadora luz. A los sones de Estrella Sublime y Macarena los costaleros enlazaron las marchas para llevar a la Virgen hasta Santa Ana en busca de Real Utrera y la capilla del Gran Poder, donde el misterio ya se reverenciaba bajo sones de campanitas.
La salida acumulaba multitud de curiosidades a la vista tan solo de los cofradieros más avezados, como el luto que lucía tanto la canastilla del paso de Cristo como uno de los varales del palio por el fallecimiento de una antigua camarera de la Virgen; o el banderín que lució un niño de la banda, que fue el primero que usaba la agrupación hace más de 30 años.
Por delante le quedaba una larga tarde de emociones y de recreación de estampas que quedarán para el recuerdo, como las presentaciones en Vera-Cruz y Oración en el Huerto o el ya mítico paso por la Calle Francesa, donde la cofradía se recrea en una sucesión interminable de chicotás que congregan cada año a multitud de fieles y contempladores en general de la Semana Santa, que eligen este punto como el lugar clave para disfrutar de una cofradía, al estilo sevillano, en estado puro.
Al cierre de edición la cofradía de la Estrella seguía su discurrir con toda normalidad por las calles de Dos Hermanas, sin que la lluvia ni ningún otro contratiempo hubiese alterado su preciosista Estación de Penitencia.