Añoranza del mar y del solano,
recuerdos que en un seco bañador
–testigo del quizás primer amor–
constatan el final de otro verano decepción por la vuelta al cotidiano
gruñón y pertinaz despertador,
carreras, autobús, el comedor,
el libro, el compañero, el mano a mano
con jefe y profesor, con el horario,
buscar algún respiro al calendario
que, inmenso, hace a septiembre enorme mole.
Y es que siempre es lo mismo: vacaciones
que acaban con las mismas colecciones
y con la inevitable ‘vuelta al cole’.