Relatos semanales desde Estocolmo
Creo que he encontrado mi sitio favorito en la ciudad que sin duda se merece una columna entera de dedicación. Y es que en el centro de Estocolmo, en el lobby del ‘Nordic Sea Hotel’, se encuentra el ‘Bar de Hielo’ patrocinado por la marca de bebidas alcohólicas Absolut Vodka. Desde su inauguración en el 2002, se ha convertido en una de las atracciones más interesantes de esta capital escandinava. Su éxito ha generado además la apertura de otros bares de hielo en ciudades como Milán, Londres y Tokio.
Al contrario que el ‘Hotel de Hielo’ (que se encuentra en el norte del país) el bar de hielo de Estocolmo es un sitio permanente y no se derrite en verano. Esto se consigue manteniendo la temperatura del bar a 5 grados bajo cero durante todo el año. También es un lugar muy concurrido, y no sólo por turistas, sino también por los suecos, con lo cual hay que reservar por adelantado.
La entrada vale unos 15 euros, incluye la primera bebida y una duración máxima que no puede superar los 45 minutos. Los abrigos tipo capa de color plata que dan antes de entrar no sólo sirven para soportar el frio, sino también para aislar la temperatura corporal y evitar que así suba la temperatura global del bar y no se derritan las paredes o las mesas al apoyarse en ellas. El número máximo que puede entrar en cada intervalo es de 30 personas.
En el interior del bar todo está hecho de hielo, desde las esculturas, la barra y las mesas a los vasos en donde se sirve una larga selección de coctailes vodka, zumos o bebidas no alcohólicas. Coger el vaso hecho de hielo supone todo un acto en sí, ya que no sólo se trata de aguantar el frío, sino también de intentar que no se te resbale, porque el hielo de por si desliza. Así que hice caso al consejo que me dieron a la entrada y me puse de nuevo los guantes. El ambiente es único debido al sitio en si, los abrigos plateados, los flashes de las cámaras fotográficas y las risas de los visitantes.
Puedo decir que me he quedado absolutamente helada, literal y fisicamente, pero que ha merecido la pena vivirlo y sin duda puedo recomendarlo. Me despido sobria y con un brindis desde aquí. ¡Salud o como dicen en sueco ‘Skol’!