La despedida del verano se celebra en Suecia con la tradicional fiesta del cangrejo. Esta celebración consiste en reunir amigos y familiares bajo el lema de disfrutar de los últimos días del estío. Normalmente todos se juntan alrededor de una larga mesa al aire libre la cual está adornada con farolillos de colores. La decoración suele incluir la imagen del cangrejo en el mantel, las servilletas o los gorritos que los invitados se ponen en la cabeza. La historia de esta costumbre se remonta al siglo XX, cuando debido al riesgo de extinción del cangrejo se prohibió su pesca. Solamente estaba permitido pescar este marisco durante unos meses a partir de agosto. La veda hizo que el cangrejo se convirtiera en una exclusiva delicia que sólo se podía comer en ciertas ocasiones. Hoy en día, el cangrejo se puede comer durante todo el año, ya que se importa desde otros países como China y los Estados Unidos (Louisiana). El cangrejo nacional sigue siendo sin embargo, más caro que el producto importado.
Antes de poder degustarlo, el cangrejo todavía vivo se cuece en agua caliente y se condimenta con flor de eneldo (ver imagen). Una vez cocido se deja enfriar ya que se debe comer frío y con las manos, estando permitido hacer ruido al chuparlo. Este manjar se deja acompañar normalmente por queso sueco, pan, ensalada y cerveza o vino blanco.
Entre cangrejo y cangrejo se cantan canciones típicas suecas (aburridas y sin gracia desde mi punto de vista andaluz), y para rematar cada canción se bebe un chupito de aguardiente. Al brindar todos los congregados se deben mirar a los ojos y es de mala educación omitir la mirada. Esto viene de una vieja costumbre vikinga que consistía en estar siempre vigilando por si el enemigo venía por detrás para matar.
Los escandinavos tienen fama de consumir mucho alcohol y sinceramente puedo decir que si yo tuviese que seguir el ritmo sueco de ingerir esas cantidades, hubiese estado tremendamente borracha o incluso… ¡en coma etílico! La cultura mediterránea está más enfocada a tomar vino o cerveza para degustar un buen plato de comida, sin embargo mi impresión es que aquí en el Norte lo más importante es beber y después comer.
Y con un brindis me despido deseando que disfruten de lo que queda del verano, con o sin crustáceo. Hasta la columna que viene.