- Publicidad -
Inicio Memoria DH La tumba de los Grimaldo

La tumba de los Grimaldo

0
- Publicidad -

Hace unos meses tuvimos la oportunidad de analizar uno de los enterramientos más antiguos que se conservan en Dos-Hermanas, el de la familia hidalga de los Rivas. En esta ocasión, nos centraremos en otra sepultura histórica: la tumba de los Grimaldo, en la actual capilla de Señora Santa Ana.

Todo aquel que entra en el templo de la Patrona, pisa sin querer una artística y, a la vez, sencilla lápida de mármol. Allí, al más puro estilo Miguel Mañara, se halla la sepultura de los Grimaldi (o Grimaldo, en su forma castellanizada), los que podíamos considerar como los verdaderos ‘dueños y señores’ de Dos-Hermanas durante buena parte de la primera mitad del siglo XVI.

- Publicidad -

Fue el rico comerciante genovés Bernardo de Grimaldi quien en la década de 1520 decidió ubicar en la entonces iglesia de Santa Ana, en Dos-Hermanas, su enterramiento. Esa decisión contrasta con sus primeros deseos, que habían sido plasmados en su testamento de 1º de septiembre de 1511. En dicho documento había dejado estipulado que su cuerpo fuera depositado en el convento de Santa Paula de Sevilla, de la orden de San Jerónimo. Asimismo, por esos años de principios del XVI había mandado colocar Grimaldo en las puertas principales de sus casas (situadas en la esquina de la actual avenida de la Constitución con calle Alemanes) dos grandes losas blancas. Era una forma sutil de recordar la fugacidad de la vida y la presencia constante de la muerte. Pues bien, en ese testamento de 1511 manifestó que “si la dicha priora e monjas [del referido convento] acordaran que en la sepoltura que por ellas fuere dada e acordada para en que mi cuerpo sea sepultado de poner ençima vna losa blanca, mando que les sea dada vna losa de las dos que yo oy día tengo, que están a la puerta de las casas en que yo oy día moro”.

Pero Bernardo de Grimaldo, que pasó largas temporadas en Dos-Hermanas en los últimos años de su vida, se inclinó, al final, por la nazarena iglesia de Santa Ana en detrimento del convento de Santa Clara. No se sabe la razón del cambio: ¿surgió algún tipo de discrepancia con el cenobio sevillano? ¿sintió gran devoción hacia Santa Ana? El caso es que su cuerpo fue sepultado en la iglesia de Santa Ana en agosto de 1531, y sus albaceas mandaron colocar sobre su tumba una de las dos losas que Grimaldo citó en su testamento. Sobre aquella losa, de 1,45 ms. por 0,70 ms., se inscribió, en caracteres góticos: “Aquí está el noble cavallero / Bernaldo de Grimaldo, vno de las qvatro principales / casas de Génova, la devoción / del qual escojo esta perpetua en ocho de agosto de / IUDXXXI años”. Y se colocó el escudo fascelado de la familia que hoy podemos observar.

Según parece, esta sepultura de Bernardo de Grimaldo estaba, no justo a la entrada del templo, sino en uno de los lados del mismo, próximo al presbiterio (lo cual resulta más lógico), como bien afirmó el párroco Juan Vázquez Soriano en 1788: “y a un lado de dicho cuerpo [se refiere a la capilla], una lápida sepulcral de caracteres góticos, que, por no haber inteligentes, no se traslada”. Sería muy posiblemente en el siglo XIX, cuando se procedió a enlosar la capilla de Santa Ana cuando se colocó la lápida en el lugar que hoy en día vemos.

Andado el tiempo, la viuda de Grimaldo, doña Leonor de Azamar, que también estuvo muy vinculada a Dos-Hermanas, dejó ordenado en su testamento de 14 de abril de 1537 que su cuerpo fuese enterrado “en la yglesia de Señora [San]tana deste lugar de Dos hermanas, en la sepoltura que de ten[go] donde my señor Bernaldo de Grimaldo está enterra[do]”. Al poco falleció y sus órdenes fueron cumplidas. Tiempo después, en enero de 1556, murió en Sevilla el hijo de ambos, Juan Bautista de Grimaldo, importante comerciante y banquero de la capital hispalense. Su deseo era que su cuerpo descansase en la sepultura de sus padres. Y así se hizo, añadiéndose a la lápida la inscripción: “y el noble / cavallero Juan Baptista de Grimaldo, / su hijo, / falleció viernes XVII de / enero año de IUDLVI, / sus ánimas sean / en Gloria”.

Durante mucho tiempo, la tumba de los Grimaldo fue la más destacada de Dos-Hermanas, hasta que en el siglo XVIII Domínguez de Rivas mandó colocar la suya en la capilla del Sagrario.

Quando finamiento de mí acaesçiere…

Como ocurre con la sepultura de los Rivas, en esta tumba descansan los cuerpos de varios miembros de la familia Grimaldo, pero también de otros ajenos a esa familia de origen genovés. En primer lugar, el fundador de la familia, Bernardo de Grimaldo, que fue enterrado ahí, como hemos dicho, en 1531. Seis años después, recibió sepultura la que durante muchos años fue su amante y terminó siendo su segunda esposa, doña Leonor de Azamar. El hijo de ambos, Juan Bautista de Grimaldo, fue enterrado en esta tumba en 1556, al igual que su segunda mujer, doña Leonor de la Paz, poco más tarde. Sin embargo, el único hijo superviviente de Juan Bautista de Grimaldo, llamado Jerónimo de Grimaldo, no quiso ser sepultado en esta tumba familiar, terminando aquí la nómina de enterrados pertenecientes a la familia Grimaldo.

En octubre de 1577, once años después de la muerte de Juan Bautista, el rico labrador nazareno Bartolomé Ximénez estableció en su testamento “quel día que de mí acaesçiere fallecimiento sea mi cuerpo sepultado en la yglesia de Señora Santa Ana desta villa, en la capilla de la dicha yglesia en la sepultura donde se enterró Juan Bautista de Grimaldo, si los cofrades de la dicha yglesia quisieran, dando de limosna lo que fuere”, al tiempo que ordenaba que “si los cofrades de Señora Santa Ana desta dicha villa acordaren de dar lugar a que me entierren en la sepultura arriba dicho que se le dé de mis bienes a la dicha confradía treinta ducados”. No existe prueba documental que certifique el enterramiento de Ximénez en la sepultura de los Grimaldo, pero dada la jugosa cantidad que estaba dispuesto a dar (recordemos, 30 ducados), es muy probable que, finalmente, su cuerpo recibiera sepultura en ese lugar.

¿Sabías qué? En marzo de 1918, el Ayuntamiento de Dos-Hermanas, presidido por Juan Antonio Carazo, adquirió “la red telefónica de la Viuda de Alpériz” por la cantidad de 450 pesetas. Red que quedó instalada en la casa consistorial.

- Publicidad -

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil