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1845-1931. Los inicios de la Guardia Civil en Dos-Hermanas

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1845-1931. Los inicios de la Guardia Civil en Dos-HermanasEn mayo de 1844, reinando Isabel II, el segundo duque de Ahumada creó una fuerza armada con el fin primordial de garantizar la seguridad en el ámbito rural, pues por esas fechas aún existía el grave problema del bandolerismo.

Y al contrario de lo que se podría pensar, la creación de la Guardia Civil generó cierta desconfianza en los distintos consistorios del país, entre ellos el de Dos-Hermanas, pues esta medida no dejaba de ser un intento más de los muchos que llevaron a cabo en las décadas anteriores los gobiernos de turno para crear una fuerza de orden público que erradicara esa inseguridad de los caminos y campos españoles. En el caso de nuestro pueblo, aquella desconfianza quedó pronto disipada y la Guardia Civil reemplazó en poco tiempo a las partidas vecinales que se organizaban para velar por el orden en nuestro término municipal.

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Si bien las primeras referencias a este cuerpo de seguridad en Dos-Hermanas no van más allá de 1863, lo cierto es que debió establecerse aquí sobre 1845, concretamente en la vieja hacienda de la Guardia, propiedad en esas fechas del rico hacendado José García Azpeitia. Ninguno de los miembros de este cuerpo que llegaron a nuestra villa ni los que vendrían después eran nacidos aquí. Hay que tener en cuenta que ningún guardia civil podía actuar en su localidad de origen. Del mismo modo, se les estaba terminantemente prohibido confraternizar con los vecinos, aunque esto no siempre se cumplía. Ahí está el caso del sargento segundo Manuel Mazuelos Bindy, que en 1884 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa María Magdalena con la nazarena Rafaela Caro Lázaro, aunque bien es cierto que poco después fue destinado a otra población, abandonando de este modo Dos-Hermanas. 

1845-1931. Los inicios de la Guardia Civil en Dos-Hermanas

En estas primeras décadas en nuestra villa, la Guardia Civil se comportó en todo momento de manera impecable, no reseñándose ningún tipo de controversia o altercado protagonizado por ella. Más bien todo lo contrario. Por poner un ejemplo, en septiembre de 1877 el alcalde José Carballido emitió un certificado en el que se declaraba que Mariano Jiménez de la Rosa, natural de Écija y licenciado del cuerpo de la Guardia Civil, “ha observado durante el tiempo de su permanencia en esta referida villa una conducta moral y política irreprensibles respetando y obedeciendo las órdenes de toda clase de autoridades, razón porque se ha granjeado el aprecio general de sus convecinos”. Y es que siempre hubo muy buena colaboración y sintonía entre el consistorio nazareno y la Guardia Civil, incluso en los años convulsos del Sexenio Revolucionario (1868-1874), estando aquella a disposición del alcalde cada vez que éste solicitaba sus servicios.

Además, existen numerosos casos que demuestran la gran labor realizada por este cuerpo en Dos-Hermanas en aquella época. Prueba de ello es la carta enviada por el alcalde al Gobernador Civil de la provincia en abril de 1894, en la que se dice que “sobre la una de la tarde de hoy [15 de ese mes] fue caído al pozo de la casa calle Valera y Gómez [es la actual Canónigo] de esta población, situada frente al cuartel de la Guardia Civil, el vecino de ella Manuel Fernández Garrido, personándose a seguido del suceso y a los gritos de “Socorro” el Sargento de este puesto don Antonio Bonilla, que debido a su arrojo consiguió detener a la madre del Hernández que la arrebató del brocal de dicho pozo de donde se disponía tirarse para salvar a su referido hijo, logrando extraer a aquel y salvarlo de una muerte segura”. El alcalde hacía saber lo ocurrido al Gobernador porque “este hecho […] merece ser reconocido”. Pero no todo fue “color de rosa”. En algunas ocasiones se produjeron ciertos problemas de convivencia con los vecinos que vivían cerca de la casa-cuartel. En julio de 1896, el alcalde Juan Rubio Cózar recibió un oficio del jefe del puesto de la Guardia Civil quejándose de Ana Alcocer, vecina “que habita en la calle Valera Gómez, frente á la Casa Cuartel, respecto á encontrarse los hijos de dicha Ana Alcocer y otros produciendo escándalo todas las noches con palillos, palmas y voces”.

En cualquier caso, con el paso del tiempo la Guardia Civil se convirtió en una pieza clave y fundamental para mantener el orden público en nuestra localidad y su término.

{xtypo_rounded3}El final de las partidas de escopeteros
Antes de que la Guardia Civil terminara por imponerse, existían en Dos-Hermanas (como en otras poblaciones del país) desde épocas pasadas las denominadas partidas vecinales, también conocidas como partidas de escopeteros. Cuando el consistorio necesitaba mantener el orden público y erradicar cualquier altercado en su término municipal, organizaba una partida formada por diez o quince vecinos armados con escopetas (de ahí su nombre). La partida no era permanente, pues duraba un tiempo limitado (no más de cuatro meses), y era costeada con los fondos del municipio o por los vecinos pudientes de la localidad. En 1834, se dio una curiosa anécdota relacionada con la partida de escopeteros nazarenos. El alcalde de la villa, queriendo acabar con un grupo de bandoleros liderados por ‘Anacleto’ y ‘Jabalí’ que actuaba en el término nazareno, formó una partida. Se cuenta que el alcalde “salió con buenos serranos, que saben á palmos la tierra; ¿y qué pasó? Que sin ver á nadie le quitaron al alcalde de un tiro la montera, y de otro tiro se le llevaron la mitad de la oreja izquierda; encojaron á Cristobalillo el de la tía Curruca, que le tuvieron que cortar la pierna al pobre, y anda por los pueblos con una pata de palo pidiendo limosna. Á Jesuso el de la tía Astillas, le cortaron de un balazo un tendón del pescuezo y le han dejado con la cabeza torcida, que siempre está el pobre mirando el cielo; y con esto se le quitó al alcalde de Dos Hermanas el apetito de volver á buscar á los malhechores”. Pero aquel episodio no acabó con estas partidas, ya que tenemos constancia de que en 1842 se volvió a formar una “de dieciséis hombres en persecución de malhechores”. {/xtypo_rounded3}

1845-1931. Los inicios de la Guardia Civil en Dos-Hermanas

La Casa-Cuartel de Dos-Hermanas (1845-1931)
Cuando se estableció en nuestra villa el primer destacamento de la Guardia Civil, hubo que buscar un lugar apropiado para establecer la consabida casa-cuartel. El encargado de buscarlo era el consistorio nazareno, quien, dicho sea de paso, debía correr con los gastos del mantenimiento de la casa-cuartel. El edificio elegido para albergar a los guardias y sus familias fue el n.º 27 de la calle Real de Sevilla (hoy Nuestra Señora de Valme), propiedad del rico hacendado nazareno José García Azpeitia, donde actualmente se levanta la sede de la Obra de la Iglesia. Se trataba de la antigua hacienda de la Guardia que a mediados del XIX estaba prácticamente sin utilizar. Era un inmueble con un destacado patio y amplias naves para alojar a la caballería y poseía una puerta principal que daba a la calle Real de Sevilla y otra abierta a la calle Canónigo. 

En definitiva, era el lugar idóneo para establecer la casa-cuartel, por lo que el Ayuntamiento y José García llegaron a un acuerdo y el primero tomó en arrendamiento la hacienda. A la muerte de García en 1873, la hacienda pasó a manos de su esposa Brígida García Orta, quien mantuvo el alquiler.
El ayuntamiento se encargó en todo momento del mantenimiento del inmueble y de pagar también la cuota de alquiler, que en 1899 ascendía a 31 pesetas mensuales y 30,41 en 1905, pagadas entonces a Brígida García y García, hija de los anteriores y propietaria de la hacienda tras el fallecimiento en 1882 de Brígida García Orta.

Pero en los primeros años del siglo XX creció el número de guardias civiles destacados en Dos-Hermanas (en consonancia con el crecimiento demográfico de la villa) y la vieja casa-cuartel quedó a todas luces pequeña. De este modo, en 1903 comenzó el consistorio a buscar una nueva sede que fuese más espaciosa. El nuevo edificio escogido sería el número 41 de la calle Conde de Ybarra, junto a la actual capilla del Gran Poder, propiedad de Juan Caro Varela.

El traslado de la sede de la Guardia Civil se verificó en enero de 1908, siendo alcalde Juan Castro Claro. Como nota curiosa, se pagaron doce pesetas a Rafael Ramos Puy por pintar el escudo y rótulo de esta fuerza armada en la fachada de la nueva casa-cuartel, y veinte pesetas a Manuel García Olmedo por transportar el mobiliario desde la vieja sede a la nueva. Aquí permanecería la Guardia Civil hasta 1931 en que pasó al Palmarillo, después de que se frustrara el proyecto de construcción de una casa-cuartel en el lugar donde después se construyó el colegio de la Almona.

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