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La primitiva imagen de Nuestra Señora del Rosario

Una de las devociones históricas de Dos-Hermanas.

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imagen primitiva
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Hasta principios del siglo XX, los nazarenos sintieron una especial devoción por una primitiva imagen de Nuestra Señora del Rosario, de cierto mérito artístico, que se veneraba desde hacía siglos en un retablo ubicado en la cabecera de la nave de la Epístola (junto al presbiterio) de la iglesia parroquial de Santa María Magdalena.

Se trataba de una imagen de candelero, casi de tamaño natural y realizada, muy posiblemente, en las últimas décadas del siglo XVI. De autor anónimo, en su mano izquierda sostenía la imagen del Niño Jesús y, por unas notas de cuentas de la hermandad del Rosario de la década de 1830, sabemos que por entonces la talla tenía cabellera de pelo natural.

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Existía una tradición popular que relacionaba la autoría de la talla con la escultora sevillana Luisa Roldán (1652-1706), conocida popularmente como ‘La Roldana’, lo cual no es cierto, pues, como ya hemos dicho, fue realizada con toda probabilidad en los últimos años del Quinientos. En cualquier caso, debemos decir que en tiempos pasados cualquier talla de cierto mérito era adjudicada de manera inmediata a esa conocida escultora sin fijarse en el estilo o rasgos de aquella. Y así, en Dos-Hermanas, también las imágenes del Mayor Dolor y de la Soledad fueron ‘adjudicadas’ a ‘La Roldana’.

Gran devoción, magnífico patrimonio

Aquella gran devoción que despertaba la primitiva imagen de la Virgen del Rosario quedó reflejada en su magnífico patrimonio. Por un inventario realizado a principios del siglo XIX por la hermandad del Rosario, y en el que intervino de manera activa la camarera de la imagen, Francisca García (esposa, por cierto, del popular sochantre Francisco de Paula Vigil), sabemos que estuvo compuesto por seis vestidos, un manto de tafetán burdeos con punta de plata y dos mantillas (una de color de damasco y otra raso). No se menciona, sin embargo, a otro manto de raso blanco con puntas de oro que fue donado, vía testamentaria, el 25 de mayo de 1650 por doña Francisca Pacheco, viuda de don Diego de Ávalos y Herrera.

De las piezas de orfebrería destacaban, por un lado, dos interesantes coronas de plata (la de la Virgen y la del Niño), ejecutadas en el siglo XVII y restauradas en 1806 por el maestro platero sevillano Juan Galán, siendo sustituidas a mediados del XIX. Asimismo, una ráfaga de puntas de plata, un cetro, una media luna rematada con estrellas (el ya mencionado Juan Galán arregló en 1806 «un círculo con la estrella de la media luna»), todo del mismo metal, un broche de estrellas, un rostrillo de plata sobredorada (que dejó de utilizarse a fines del siglo XIX), dos rosarios de plata sobredorada con medallas del mismo metal y varios juegos de zarcillos, uno de los cuales era de plata con piedras finas, adquiridos en 1815.

Por su parte, en otro inventario efectuado en diciembre de 1827 en la casa de la camarera de la Virgen del Rosario se apunta la existencia de nueve vestidos y, entre la orfebrería, destacaban «tres rosarios, uno de oro y dos de sobredorado y una medalla de plata para el cuello de la Señora y un águila de dije y dos pares de zarcillos, unas piedras de Francia».

Actuaciones en la talla

Asimismo, a mediados del siglo XIX, concretamente en febrero de 1850, se procede al arreglo de las pestañas y brazos de la primitiva imagen de Nuestra Señora del Rosario y se realizan una nueva corona para la Virgen, otra para el Niño, una media luna y unos zapatos para la imagen del Niño Jesús, «todo en plata invertida». Y unos meses más tarde, el día 15 de agosto de aquel año, la hermandad del Rosario acordó vender varias alhajas de la Virgen para poder pagar la adquisición de las coronas y la media luna de la imagen «y el remanente que hubiere invertirlo en una cristalera para la Señora del Rosario».

Por esos años centrales del XIX (entre 1856 y 1859) procesionaba la imagen de Nuestra Señora del Rosario acompañada por otra de Santo Domingo de Guzmán, y en los primeros años del siglo XX, hasta 1936, formó parte del cortejo del Corpus Christi nazareno.

Por desgracia, la antigua imagen de la Virgen del Rosario se perdió irremediablemente en la quema de la parroquia en julio 1936. Se perdía así una talla de incalculable valor artístico, histórico y devocional, conservándose algunas fotografías en las que se puede admirar y apreciar la belleza de la talla.

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