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La calle Real de Utrera (y II)

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A principios del siglo XX, la calle Real de Utrera mantuvo la relevancia que alcanzó la centuria pasada. Y así, en 1903, abrió sus puertas la histórica fábrica de la luz, ubicada en lo que en esos momentos era el final de esta calle, esquina con la actual Jesús de Grimarest, y propiedad del francés afincado en Sevilla Ramón Charlo Denoyeur. El estar la fábrica en esta vía permitió que tuviera farolas de luz eléctrica desde su inicio hasta su final (no todas las calles de la villa gozaban de este privilegio).

Asimismo, seguía un lugar muy frecuentado por viandantes y transeúntes, abriendo sus puertas en los primeros años del referido siglo XX dos posadas o casas de huéspedes: el parador de Santa Ana, en lo que había sido la hacienda de los Dolores, y la posada de San Francisco (nos. 8 y 10) en la esquina con la calle Purísima Concepción. Estos establecimientos vendrían a complementar a la llamada venta del Cuerno, situada un poco más adelante.

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El ser una vía muy transitada hizo que las autoridades acordasen cada cierto tiempo arreglar los baches y surcos que se formaban en ella, al ser el firme de tierra. Todo esto cambió cuando en junio de 1927 se acordó el adoquinado de un tramo de la calle, adoquinado que se prolongaría en la década de 1940.

¿Sabías que… ? Los terrenos donde se levantó la fábrica de la luz de Ramón Charlo Denoyeur en 1903, eran en su origen un olivar propiedad de don Jesús de Grimarest. Olivar que heredó Grimarest de su madre en 1892 y que diez años más tarde vendió a Charlo por 3.036 pesetas, según consta en la escritura pública que se otorgó ante el notario de Sevilla, José María del Rey Delgado. La fábrica de la luz, cuya fachada principal daba a la calle Real de Utrera, se mantuvo en pie hasta muy principios del presente siglo

No podemos olvidar los numerosos salones de variedades que abrieron sus puertas en esta calle. El primero de ellos fue el de Ignacio Cobo Blanco, fundado en 1913. Cinco años más tarde, se creó el Cine Ideal, propiedad de Carlos Soldat y José Muñoz Ramos, que en 1920 pasó a denominarse Salón Ideal. Y ya, en la década de 1920, se crearía el Salón Vidalita, fundado por Manuel Pérez Gómez.

Pero también hubo en esta histórica calle a lo largo del siglo XX algunas tabernas, como la regentada por Manuel Parra Pino, carbonerías como la de José Vázquez Rodríguez, cafés cantantes, fruterías como la de Pilar Barrera Cueli, y bodegones como los de Nicasio López Campos y José Benítez González. También hubo, curiosamente, en la década de 1940 una fábrica de gaseosas, cuyo propietario fue Manuel Monge Miguel, sin dejarnos atrás la fábrica de café de Saimaza, donde anteriormente estuvo el almacén de aceitunas de Gómez Varela y Compañía.

Se trata, pues, de una calle cargada de historias y vivencias, de rico pasado, ‘hija’ de aquel primitivo camino Real “que va a la villa de Utrera”, que dio origen a nuestra localidad.

Edificios emblemáticos

En esta curiosa fotografía aérea de los años 50 del pasado siglo, vemos el inicio de la calle Real de Utrera, llamada por aquel entonces Conde de Ybarra. En primer lugar, podemos observar la antigua hacienda de los Dolores 1, con su sencilla portada (felizmente conservada) en la que aparece un interesante azulejo que representa a María Santísima del Mayor Dolor, de fines del siglo XVIII, y una inscripción latina en el friso que dice: “Anno Domini MDCCLXXXI”. De aquella hacienda, que fue incluso parador a principios del siglo XX, sólo quedan la portada, la popular Torre del Olivar y uno de los tres primitivos arcos del edificio principal.

Frente a ella, la no menos histórica hacienda de Montefrío 2, también llamada de la Almona, construida en el siglo XVII. Hace muy poco tiempo se recuperaron las pinturas geométricas de color almagra que decoraban primitivamente la fachada principal del edificio. Del conjunto, destacan su torre-mirador y la portada principal, grandes ejemplos de la arquitectura civil barroca nazarena.

Tapada por unas casas y desde 2014 visible, se encuentra la antigua torre de molino 3 de la hacienda de los Dolores, que más tarde sería de la bodega fundada por Francisco Gómez Rivas. Es una torre de pequeñas dimensiones por prensarse en ella uva y así extraer su jugo.

Junto a este edificio está la casa rectoral 4, que en la fotografía aparece en obras. En el siglo XVII era conocido como Casa del Diezmo, por almacenarse allí este impuesto eclesiástico. Por aquel entonces estaba en manos del Cabildo de la catedral de Sevilla, siendo el edificio desamortizado en el siglo XIX. En 1868, se firmó un acuerdo por el cual pasaba a ser residencia del párroco de Santa María Magdalena, función que sigue desempeñando hoy en día.

Todavía se alza (aunque pasando desapercibida) esta otra torre de molino 5 que en su origen perteneció a la hacienda de Montefrío. Después pasó a manos de la familia Rivas, recayendo muchos años más tarde en manos del periodista nazareno Manuel Valera García.

A su lado, vemos al antiguo colegio de José Antonio 6, llamado después Vicente Aleixandre y conocido popularmente como colegio de la Almona, por edificarse sobre el solar que dejó la antigua almona o fábrica de jabón de la villa, y que bien merece artículo propio. El edificio que podemos admirar, y que aún conserva en su fachada el escudo de la II República (pues fue inaugurado en 1935), es obra del célebre arquitecto sevillano Juan Talavera Heredia. Hoy es sede de la Escuela Oficial de Idiomas de Dos-Hermanas.

Frente a este inmueble (y no salen en la fotografía) se encuentran (todavía en pie) las llamadas casa del Torero y casa del Alemán, esta última mandada construir en 1908 por Carlos Soldat, apodado ‘el Alemán’.

Un cuartel en Real de Utrera

Aunque pueda parecer ‘a priori’ sorprendente, en la década de 1920 estuvo instalado en pleno centro de Dos-Hermanas un cuartel militar. Y es que, en 1921, el Regimiento de caballería de cazadores Alfonso XII decide instalarse en la casa de la Almona, un amplio edificio que en su origen fue fábrica de jabón pero a fines del siglo XIX había pasado a ser patio de vecinos y en ese año era propiedad de Francisco Lérida Rodríguez, vecino de Sevilla. Fue este sevillano quien cedió desinteresadamente el inmueble al regimiento, pero en 1922 el Ayuntamiento nazareno decidió asumir el pago de la renta del alquiler del edificio. De los años en que fue cuartel se conservan algunas fotos, como la que acompaña a este texto.

Andado el tiempo, en 1928 se construye un nuevo cuartel en los terrenos de Pineda (hoy en penosas condiciones) y el escuadrón es trasladado allí, por lo que en la sesión de 22 de agosto de ese año se da cuenta de que el jefe del regimiento ha entregado al alcalde las llaves de la casa de la Almona, abriéndose a partir de entonces un debate sobre cuál debía ser el destino del edificio. Se barajó la posibilidad de destinarlo a casa-cuartel de la Guardia Civil, pero, finalmente, se construyó un grupo escolar.

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