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Un festival de altura

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Imagen de una de las películas del festival

Crónica del XIII SEVILLA EUROPEAN FILM FESTIVAL

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El pasado sábado concluyó la edición de este 2016 del SEFF, una edición que ha estado marcada por los llenos en las salas, las largas colas y una sección oficial con varios repetidores, algunos nombres muy esperados y que, salvo contadísimas excepciones, ha estado marcada por un nivel bastante alto.

Entre los repetidores en el concurso, Andrea Arnold decepcionó en su tercera visita a Sevilla. Su American honey no llevaba a ningún lado, tenía un guion sin sentido alguno, y acababa en el mismo sitio en el que empezaba, tras dos horas y media. Se llevó el premio a la mejor fotografía. Otro repetidor fue, Eugène Green, que con su Le fils de Joseph (más interesante y más accesible que en su anterior visita), acabó llevándose los premios a mejor guión y mejor actor.

Más repetidores: Bruno Dumont, que con su comedia desquiciada Ma Loute acabaría ganando el Giraldillo de Oro y el premio a la mejor actriz, mezclando una investigación policial, una familia de caníbales y una crítica a la alta sociedad de principios del siglo XX. O el también francés Alain Guiraudie, que hace tres años ganó el Giraldillo de Oro, se llevó esta vez el galardón a mejor director con Staying vertical, cinta en la que sigue demostrando su ausencia de pudor con esta historia interesante, pero algo larga. Ulrich Seidl, con Safari, creó controversia al retratar a una familia austriaca de caza en África (las escenas de sufrimiento de los animales llegaban a doler). Y Tizza Covi y Rainer Frimmel, con Mister Universo, volvieron a la historia y los personajes de La pivelina, emotiva historia donde la historia familiar es el centro de atención.

El español Oliver Laxe también recibió premio con su Mimosas, historia que se desarrolla en el Atlas marroquí, con unas bellas imágenes y unos intérpretes noveles pero con presencia. Aunque, quizás, las mejores obras se quedaron fuera del palmarés (cosa de los jurados): Solo el fin del mundo, potentísimo drama familiar con un reparto de lujo que nos trajo Xavier Dolan; o la comedia de época, basada en una obra de Jane Austen, Amor y amistad, de Whit Stillman; o la intensa Une vié, de Stephane Brizé, que inauguró el festival; o la dolorosa búlgara Godless, que lo cerró; o la historia de fantasmas de Olivier Assayas, Personal shopper (también muy esperada); o la polaca United states of love, donde cuatro mujeres con vidas sufrientes cruzan sus historias; la islandesa Heartstone, una historia ya conocida pero bien contada y mejor interpretada; o la potente cinta húngara It’s not the time of my life.

Solo una película provocó la estampida masiva de los acreditados, que durante sus larguísimas dos horas y media, vio cómo el público abandonaba la sala en un goteo incesante. Era la francesa Malgré la nuit. Y, al menos hasta que no se llega a la hora y media, no se sabe de qué va. Eso si se llega a ese punto, claro.

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