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1931. Rafael Rodríguez García, un ilustre sacerdote nazareno

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1931. Rafael Rodríguez García, un ilustre sacerdote nazarenoHace exactamente ochenta y cinco años, fallecía en la localidad sevillana de Écija un sacerdote hijo ilustre de Dos-Hermanas y que ha pasado casi desapercibido en la Historia local: don Rafael Rodríguez García, uno de los ‘creadores’ de la romería de Valme en 1894.

Había nacido nuestro protagonista en el número 4 de la entonces calle Machado y Núñez (la popular calle Real) a las cuatro y media de la tarde del día 31 de mayo de 1874, en el seno de una familia de fuertes convicciones religiosas. Tercero de cinco hermanos, su padre, Manuel Rodríguez y Rodríguez (1845-1929), era en esas fechas organista de la parroquia nazarena, y, andado el tiempo, formaría parte del carlismo nazareno y sería alcalde de la villa entre 1899 y 1901. Su madre, Pastora García y García (1844-¿?), pertenecía a una de las principales familias de Dos-Hermanas, siendo hermana de la mítica Brígida García. Don Rafael sería bautizado en la iglesia de Santa María Magdalena el 4 de junio de aquel año por el cura don Antonio Retamar Ruiz. Fueron sus padrinos sus tíos paternos Fernando Sánchez y Modesta Rodríguez, y le impusieron los nombres de Rafael, Fernando, Antonio, de la Santísima Trinidad.

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A principios de la década de 1890 ingresó en el Seminario de Sevilla y el 24 de junio de 1897 cantó su primera misa en la parroquia de Santa María Magdalena de la villa de Dos-Hermanas, su patria chica. Curiosamente, su primera misa coincidió con la concesión del título de Celestial Protectora de Dos-Hermanas a la Virgen de Valme y con su función religiosa, que por aquel entonces se celebraba el día de San Juan Bautista. Por esta razón, la prensa sevillana se hizo eco de esta primera misa, a la que asistió el Gobernador Civil de la Provincia, Leguina Vidal. Cuenta un periódico de la capital que se celebró la función en la iglesia nazarena, que “presentaba un aspecto brillantísimo, ostentando ricas colgaduras y una profusa y rica iluminación.

1931. Rafael Rodríguez García, un ilustre sacerdote nazareno

{xtypo_rounded3}Muy devoto de la Virgen de Valme
Desde muy pequeño sintió una gran devoción por la Protectora de Dos-Hermanas. Siendo seminarista, participó de manera activa en la organización de la primera romería, que tuvo lugar en octubre de 1894. Asimismo, en tres ocasiones (1897, 1916 y 1928) ocupó la sagrada cátedra en la función religiosa que se oficiaba a la llegada de la romería de Valme a la ermita de Cuartos. Su última muestra de cariño, y la más destacada, hacia la imagen fernandina tuvo lugar un año antes de su muerte, en octubre de 1930, cuando compuso unas delicadas poesías dedicadas A la veneranda Virgen María Santísima de Valme en el día de su romería, que fueron recogidas en un díptico de pequeño formato impreso en la Imprenta de la Gavidia de Sevilla, y del cual se conservan aún algunos ejemplares.{/xtypo_rounded3}

El nuevo presbítero don Rafael Rodríguez, asistido de dos seminaristas compañeros suyos, dio comienzo á la celebración del santo sacrificio de la Misa, que fue cantada por el tenor don Pedro Palencia y por el barítono don Álvaro Infante. Después del Evangelio ocupó la cátedra sagrada el Cura ecónomo de la Parroquia de San Miguel de Jerez don José María Ruiz, pronunciando un magnífico discurso, en el que expuso las excelencias del sacerdocio católico y el rango que le corresponde entre las instituciones de derecho divino, y enalteció las glorias de la Virgen, haciendo gala de una erudición pasmosa y de una elocuencia persuasiva y llena de unción, que le coloca entre los mejores oradores religiosos contemporáneos. Terminada la Misa, verificóse el besamanos, colocándose al efecto el nuevo sacerdote en el presbiterio, vuelto hacia el pueblo, recibiendo el homenaje de los fieles”. Fueron padrinos del misacantano dos personalidades de la villa: el polifacético Manuel Valera García y el hacendado don Jesús de Grimarest, éste último gran amigo de Manuel Rodríguez, padre del nuevo sacerdote. Estos tres “obsequiaron con un refresco a los invitados” tras la celebración de la misa. Sin duda alguna, éste sería uno de los acontecimientos personales más recordados por don Rafael Rodríguez.

Su primer destino fue la localidad gaditana de Arcos de la Frontera, donde sería párroco de la iglesia de Santa María de la Asunción y Arcipreste de Arcos durante más de dos décadas. Sin embargo, este destino no distanció ni mucho menos a nuestro protagonista de su pueblo natal. Al contrario, cada cierto tiempo volvía a Dos-Hermanas para pasar aquí cortas temporadas en compañía de su familia. También venía cada vez que era invitado a oficiar una misa importante, como ocurrió, por ejemplo, en 1900, 1901 y 1904.

De Arcos pasó en 1925 a la localidad sevillana de Écija, donde se hizo cargo de la parroquia de Santiago Apóstol. Aquí pasaría los últimos años de su vida. Uno de sus últimos actos públicos tuvo lugar a mediados de enero de 1931. En esas fechas se celebraron en el pago de las huertas de San Antón las fiestas en honor a San Antonio Abad, durante las cuales “se dijeron misas y panegíricos, corriendo a cargo de los sacerdotes señores Rodríguez García y Madero Rodríguez”, según informó el periódico ABC de Sevilla. Falleció en el municipio astigitano en diciembre de 1931, a los cincuenta y siete años de edad.

1931. Rafael Rodríguez García, un ilustre sacerdote nazareno

Amigo de Lamarque de Novoa
A don Rafael Rodríguez le unió una gran amistad con el escritor y diplomático José Lamarque de Novoa desde sus años de seminarista o incluso antes. Muestra de esa amistad fue este poema que Lamarque le dedicó, titulado En la primera misa de mi buen amigo el ilustrado presbítero Señor Don Rafael Rodríguez García. Escrito en 1897 y publicado en la capital hispalense en la imprenta de Enrique Rasco, uno de los pocos ejemplares que se conservan se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Asimismo, don Rafael no dudó en colaborar con Lamarque en muchos de los proyectos de este último.

{xtypo_rounded3}‘El Duende de las Morerillas’
Una faceta que desarrolló durante toda su vida fue la de escritor. Así, por ejemplo, en 1897 hizo el prólogo del libro Nuestra Señora de Valme. Reseña histórico-descriptiva de esta Sagrada Imagen, del presbítero José Alonso Morgado. Pero, sobre todo, escribió artículos en varios periódicos de la capital hispalense, siempre bajo pseudónimo. Entre los apodos que utilizó está el de Duende de las Morerillas, por haber vivido muy cerca de este céntrico lugar de Dos-Hermanas. Empleó siempre un estilo sencillo, irónico y mordaz. Un buen ejemplo de lo que decimos lo constituye su artículo Del tiempo viejo, publicado en la Revista de Feria de 1930, donde incluye alguna que otra crítica hacia pasados ayuntamientos.{/xtypo_rounded3}

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