La comunidad científica lleva años alertando de la necesidad de reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero originadas por el actual modo de vida -basado en el consumo de enormes cantidades de combustibles fósiles- que nos está conduciendo a un colapso ambiental y que, lejos de acercarnos al sueño de un progreso eterno, está agravando la desigualdad en el acceso a los recursos, la salud de las personas, de las sociedades y de los ecosistemas. La falta de acción y de compromisos para frenar el calentamiento global nos conduce a un creciente incremento de la probabilidad de sufrir fenómenos meteorológicos extremos. Nueve de los diez veranos más calurosos jamás registrados se han dado después del 2000, siendo el pasado mes de julio el más cálido desde 1880.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud en un comunicado emitido el año pasado titulado Llamamiento de la OMS a favor de una intervención urgente para proteger la salud frente al cambio climático, después de advertirnos de que el cambio climático es la peor amenaza a la que se enfrenta la salud mundial en el siglo XXI, dice que «los profesionales de la salud tienen el deber de velar por la salud de las generaciones presentes y futuras. Están en primera línea en la lucha para proteger a la población de los efectos del cambio climático -el aumento de las olas de calor y otros fenómenos climáticos extremos; los brotes de enfermedades infecciosas, como el paludismo, el dengue y el cólera; los efectos de la malnutrición- así como para tratar a las personas que sufren cáncer, enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y otras enfermedades no transmisibles provocadas por la contaminación del medio ambiente.» La OMS convoca a la comunidad sanitaria internacional para que sume su voz al llamamiento en favor de un acuerdo sólido y eficaz en materia climática que permitirá salvar la vida de muchas personas ahora y en el futuro.
La experiencia demuestra que nada se puede esperar de las grandes cumbres de las élites políticas sin que sientan de una manera clara, firme, masiva la presión de las poblaciones y de las organizaciones sociales. Así, la idea de todas las organizaciones populares y ecologistas del mundo es el llenar las calles de gente en una gran movilización, enviando una señal a los políticos, a las juntas directivas de las grandes corporaciones trasnacionales y a los mercados de valores de todo el mundo de que la era de la energía sucia ha llegado a su fin, instando a nuestros líderes a que decidan terminar con la utilización de la energía proveniente de los combustibles fósiles.
Como personal del Servicio de Salud del Ayuntamiento de Sevilla, que dedicamos nuestros esfuerzos profesionales cada día a prevenir y promover las condiciones públicas, de actitudes y hábitos personales que fortalezcan y mejoren la salud de la ciudadanía sevillana, nos sentimos interpelados por la grave amenaza para la salud que está suponiendo ya el cambio climático, que como una y otra vez nos aclaran los científicos, está indisociablemente unido a los efectos de la utilización masiva, indiscriminada e irracional de las energías derivadas de los combustibles fósiles.
Nos sumamos al clamor mundial en pro del cambio del modo de producir, en los objetivos de la producción, en los estilos de vida y en los de consumo, que están haciendo este planeta inviable y a las poblaciones humanas más enfermas, desiguales e infelices. Haciendo nuestra demanda a los dirigentes mundiales:
– La adopción de medidas enérgicas y eficaces que permitan limitar y frenar el cambio climático.
– El incremento de la financiación destinada a la adaptación al cambio climático, que incluya la adopción de medidas de salud pública encaminadas a reducir los riesgos derivados de los fenómenos meteorológicos extremos, las enfermedades infecciosas, la menor disponibilidad de agua y la inseguridad alimentaria.
Queremos animar a toda la ciudadanía y a las organizaciones sectoriales y sociales a sumarse a esta gran movilización mundial, participando en cuantas convocatorias de acciones se realicen, llevando esta exigencia de cambio a los ámbitos profesionales, públicos y personales.
