Como si del Domingo de Ramos se tratase, mucho público acompañó a la cofradía en un procesionar lleno de novedades pero con sabor clásico
El tiempo quiso finalmente que la Hermandad de Santo Entierro pusiera el broche de oro a una Semana Santa plena de cofradías en la calle como no se vivía desde el año 2009, hace cinco años.
Aunque las predicciones comenzaban a complicarse durante el fin de semana, tras una semana de catálogo cofrade, la lluvia se contuvo a última hora y el cortejo de los nazarenos negros de cola tomaron el centro de la ciudad en una tarde llena de estrenos y novedades.
Por un recorrido nuevo los pasos del Santo Entierro, tanto el Cristo Yacente como el palio negro de cajón de la Soledad dejaron estampas para el recuerdo en enclaves como la zona de Villa Pepita, Botica o Rivas. Un cambio que provocó que la saeta que tradicionalmente le canta a la Virgen Manuel Lombo en la calle Lope de Vega este año tuviera lugar en Manuel de Falla. Tras su rezo cantado, la Banda de Tejera estrenó la nueva marcha que Ismael Jiménez Gómez, integrante de la agrupación, ha querido dedicarle al Santo Entierro de Dos Hermanas. Mors Domini también se interpretó antes de la entrada de la Virgen en la Parroquia de Santa María Magdalena.
De esta forma se ponía el punto y final a una tarde de Sábado Santo en la que, a diferencia de ediciones precedentes, el público acompañó durante todo su discurrir, más corta en espacio y tiempo, a la cofradía.
En un cortejo digno de ser contemplado, plagado de simbolismo y elementos clásicos en el que, como novedad, este año no figuraba la tradicional representación de las hermandades de penitencia nazarenas que le solían dar al Entierro de Cristo un toque de color. Los que sí estaban y de estreno eran los integrantes de la nueva junta superior del Consejo de Hermandades, encabezada por su nuevo presidente, Antonio Gavala.
Todo ello, junto con el nuevo caminar de sus pasos, capitaneados por Antonio Santiago hicieron del Sábado Santo una jornada memorable.
