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Corruptos everywhere

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1501LA TRAMA

Esta es una de esas películas que se ven con facilidad, porque nada piden y poco ofrecen. De esas cuya crítica podría salvarse con tres o cuatro frases. De esas que al gran público le gusta ver, por ser entretenida, con una construcción aparentemente (y sólo aparentemente) enrevesada que hace creer que es compleja y que hace pensar. Pero que no es más que una cinta de las comúnmente llamadas palomiteras, con una estructura lineal que, en realidad, deja poco a la imaginación, de esas que son muy buenas para pasar un rato entretenido, con un refresco y un paquete enorme de palomitas.

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{xtypo_code}Estados Unidos, 2013. (109′)
Título original: Broken city.
Dirección: Allen Hugues.
Producción: Remington Chase, Randall Emmett, George Furla, Allen Hugues, Stephen Levinson, Arnon Milchan, Teddy Schwarzman, Mark Wahlberg.
Guión:  Brian Tucker.  
Intérpretes: Mark Wahlberg (Billy Taggart), Russell Crowe (Alcalde Hostetler), Catherine Zeta-Jones (Cathleen Hostetler), Jeffrey Wright (Carl Fairbanks), Barry Pepper (Jack Valliant), Alona Tal (Katy), Natalie Martinez (Natalie Burrows), Michael Beach (Tony Jansen), Kyle Chandler (Paul Andrews), James Ransone (Todd Lancaster), Griffin Dunne (Sam Lancaster) .{/xtypo_code}

Con una factura técnica fantástica, el problema de la cinta está en el resto. Cierto que el argumento bien podría estar basado en la realidad de muy buena parte de nuestro país (y de otros muchos, por supuesto): políticos corruptos, relaciones de amistad de alcaldes con promotores inmobiliarios que conllevan extrañas recalificaciones, políticos honestos que no pueden luchar contra la maquinaría del poder. Las interpretaciones son flojas, a pesar del renombre de casi todo su reparto; la dirección aporta poco (el director se limita a mover la cámara, a veces en exceso) sin aportar nada más que unos tonos ocres que presentan una Nueva York apagada, sin apenas vida… Por no hablar del guion, claro.
Billy Taggart es un ex-policía, que fue forzado a dejar su puesto por una acusación de asesinato, a pesar de que fue declarado inocente, y que ahora sobrevive a las deudas como investigador privado. El mismísimo alcalde de Nueva York le llama para investigar la supuesta infidelidad de su mujer, en plena campaña para las elecciones. Pero Billy pronto se da cuenta de que detrás de todo puede haber algo más que un asunto de adulterio.

Dejemos de lado la poco comprensible decisión de titular (en nuestro país) la película como La trama, por dos motivos principales. Primero, porque es un título absurdo y equívoco, que nada tiene que ver con el más certero original Broken city. Y segundo, porque el título ya ha sido utilizado en un par de ocasiones anteriormente; primero en 1976 con la cinta de Hitchcok Family plot, y en 1997, con la de David Mamet The Spanish prisoner. Ambas, por cierto, mucho mejores que esta de Allen Hugues. El principal problema de esta cinta es su guión. Flojo, y mucho, con un planteamiento que resulta poco convincente, y poco sostenible (las relaciones entre los personajes, sus decisiones), personajes que desaparecen de la historia y ya no vuelven a aparecer, e incluso los diálogos, que a veces provocan involuntarias sonrisas

Y luego está el tema de la previsibilidad. La trama está llena de clichés, y de elementos que son fácilmente adivinables. Porque los hemos visto mil veces, porque no cambia nada, porque no tiene nada nuevo. Y es esa combinación de previsibilidad más poca credibilidad, más dialogos sonrojantes, lo que hunde la película. A pesar de su factura técnica más que aceptable.

 

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