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El sentido de la vida

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Hoy podría ser un día cualquiera, en el que el trasiego de la monotonía nos envuelve y no nos damos ni tan si quiera cuenta que la mañana pronto se convirtió en noche y que el día murió entre el letargo de los momentos no pensados.

Sí, hoy podría haber sido uno de esos días, pero no ha sido así. Hoy ha ocurrido un incendio en el piso en frente de donde yo vivo. Hoy he visto el terror y las escenas de pánico entre esas llamas voraces que todo lo arrasan y ese humo negro e intenso que se eleva escaleras arriba queriendo encontrar camino a su terrible paso. El mundo entero se paraliza en esos terribles momentos. Gracias a la rapidez de bomberos y policía no ha habido víctimas mortales, pero sí muchos ataques de ansiedad e inhalación de humo.

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Hoy, he podido ver esos ángeles que viven entre nosotros aquí en la tierra: médicos, bomberos y policías que ponen en riesgo su propia vida para salvar la de los demás.

Hoy, tras esos momentos de terror, en los que sólo se piensa en la salvación de todo el mundo, he pensado sobre el sentido de la vida.

Sí, en el sentido de la vida, porque entre todas las escenas que he visto, ha habido una que de forma intensa ha calado en mí: un padre que con su hija envuelta en una toalla húmeda ha podido salir entre el espeso y ardiente humo que recorría todo el bloque de pisos. Él decía que tenía que salvar a su niña aunque fuese lo último que hiciese en la vida. Y es que así es el amor de los padres a sus hijos. Bomberos, médicos, policías, vecinos… con su actitud han demostrado lo que le da en realidad el sentido a la vida y que no es otra cosa que el amor. El amor hacia la familia, los amigos, las personas que conocemos y las que no conocemos.

Hoy más que nunca he pensado en vosotros papá, mamá, hermano, cuñada, sobrinas, abuelos, tíos, tias, primas y amigos, porque vosotros sois los que le dais el verdadero sentido a mi vida.

Y hoy te insto a ti a que encuentres ese sentido de la vida. Piensa que los bienes materiales sólo son eso, materiales, y por tanto perecederos, pero las personas duran toda la eternidad. Hay una máxima que nos han repetido hasta la saciedad: “polvus eris et in polvus reverteris” y créeme que después de lo que yo he visto eso no es real. Sí, el fuego puede dar lugar incluso a la muerte, pero los sentimientos, las actitudes, los recuerdos y el amor, eso no es capaz de destruirlo nada ni nadie en el mundo.

Mucha de la gente que se creen ricos y con poder no han conocido en su vida lo que es la riqueza, porque la verdadera riqueza no se mide con monedas sino con el amor que atesoras en tu corazón aunque en tu bolsillo sólo tengas alguna que otra telaraña

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