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Nuestros barrios ignorados

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Hace ahora casi un año que un grupo de voluntarios de la parroquia del Divino Salvador participamos en las primeras Jornadas Andaluzas de Barrios Ignorados, celebradas en Granada y que contó con el respaldo del Defensor del Pueblo Andaluz. Para las personas que trabajamos altruistamente por mejorar nuestras barriadas, fue toda una novedad y una experiencia impagable compartir unas horas con personas que están luchando, igual que nosotros, contra la exclusión y la marginalidad.

Viven en este tipo de barriadas alrededor de un millón de personas en Andalucía y esto no es consecuencia de las políticas de ningún signo político determinado, es decir, los barrios ignorados existen en todas las provincias de nuestra comunidad, con independencia del color político del gobierno municipal. Los colectivos sociales presentes destacaban mayoritariamente un fenómeno que me resulta totalmente desgarrador: consideraban que muchas de las asociaciones vecinales de sus zonas estaban “muy condicionadas” por los intereses partidistas. Esta forma de asociacionismo tenía consecuencias directas: en ocasiones, en vez de dinamizar y motivar a los ciudadanos, tenían el efecto de “adormilarlos” para que no fructificase cualquier intento de movilización.

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Estuvimos de acuerdo en reflexionar que, en la mayoría de los casos, se castiga la participación ciudadana que no está controlada o tutelada por los ayuntamientos, penalizando la organización y el desarrollo libre de los vecinos y vecinas asociados que optan por “salirse del carril”. Cuando fructifica alguna iniciativa así, nuestros gobernantes ponen todo el aparato a funcionar con la excusa recurrente de que son “acciones duplicadas” y que esa materia ya la cubre suficientemente la acción gubernamental. Eso sí, nuestros municipios llevan a gala tener unos listados interminables de asociaciones inscritas en sus registros, todas ellas subvencionadas en alguna medida. Y es que otro de los retos de este fenómeno incipiente, que llama a la organización de las barriadas excluidas de Andalucía, es la importancia de potenciar la acción no subvencionada municipalmente, para así poder garantizar una auténtica libertad de acción.

Me llamó la atención la intervención de uno de los voluntarios, representante de una barriada desfavorecida de Málaga: “somos los barrios de la vergüenza, grandes zonas producto de una planificación perversa de los territorios municipales, en las que se han fomentado durante décadas la acumulación indiscriminada de bolsas de marginalidad y pobreza en las zonas más periféricas, muchas veces casi escondidas con muros y otros tipos de barreras que la convierten en un fenómeno casi invisible…” Estamos ya cansados –intervenía un voluntario de otra provincia– “de que nuestras zonas sean auténticos trasteros donde almacenar lo que molesta o no se quiere ver en el resto de la ciudad”.

Nos hemos acostumbrado a ver como las distintas actuaciones municipales no pasan de administrar “meros parches” más cercanos a la propaganda que al arreglo de los problemas. Se gastan más energías en defender las actuaciones que hacen, que en las actuaciones en sí mismo  Mientras tanto, las familias que viven en estos espacios marginados rondan ya peligrosamente no solo la precariedad laboral, sino sobre todo la exclusión social. El fracaso escolar, el paro, la falta de expectativas y de salidas para la juventud, campa a sus anchas.

Había muchos partidarios de potenciar un movimiento ciudadano plenamente libre e independiente de las administraciones y de partidos políticos. Hay que superar ya ese clientelismo crónico del que están enganchadas muchas de las asociaciones presentes a nivel local en nuestras ciudades y pasar a reclamar con rotundidad una intervención integral de las autoridades competentes en las barriadas periféricas. Y, verdaderamente, para ese tipo de movimiento vecinal no hacen faltas tantas ayudas. Eso no quiere decir que tengamos que renunciar al diálogo y la coordinación con las administraciones, al contrario… ya bien lo dijo el Defensor del Pueblo en las jornadas al apostar por trabajar en el nivel municipal hacia la “cogestión” en los barrios marginales. “Es indispensable caminar hacia una colaboración efectiva entre la administración y el tejido asociativo de estas zonas”. Lamentablemente este tipo de relaciones, si existen, son una auténtica excepción.

Un año después, y a las puertas de la celebración del II Encuentro Andaluz de Barrios Ignorados, que será acogido a mediados de abril en el Polígono Sur de Sevilla, la situación de nuestros barrios no ha variado un ápice y las conclusiones que saqué del primer encuentro siguen vigentes: que el análisis de realidad hecho en el seno de las jornadas es trasladable en gran medida a nuestra localidad y que las situaciones de precariedad que soportan hoy por hoy los vecinos y vecinas de la zona sur de Dos Hermanas son similares a la que se están viviendo en otras zonas marginales de Andalucía.

Animo y aliento a todas las personas que siguen trabajando altruistamente, a pesar de todo, por mejorar las condiciones sociales de sus barriadas, especialmente aquellos que ha optado por hacerlo desde la libertad, la independencia y la gratuidad en sus acciones.

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