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Conocer la historia

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Desde hace una par de años, vengo publicando reflexiones en la prensa local sobre diversos temas: política, economía, cultura; ninguna de estas colaboraciones había despertado una respuesta tan polémica como la última: Fundamentalismo católico, publicada en los dos periódicos locales, además de algunas páginas de libre pensamiento en Internet. La polémica siempre es positiva, porque supone hacer pensar y tomar partido sobre el tema en cuestión, y esto, para una sociedad como la nuestra, adormecida durante décadas, es sano.

 

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Cuando publico alguno de mis escritos siempre lo hago con la mentalidad de admitir cualquier critica, algunas son positivas y otras negativas. Pero lo que nunca me había planteado era admitir consejos “gratuitos” de ningún lector, sobre todo porque si son gratuitos no valen nada. De cualquier manera, y con todo mi respeto al lector que en la versión online de La Semana (lasemana.eu) ha colgado un comentario poniéndome verde, (más bien de rojo) y además me aconseja: Lea un poco de historia, de la de verdad y no la que quieren inventar ahora.

Tengo que responderle: señor lector anónimo, su consejo en mi caso no era necesario, porque si bien en los años sesenta y setenta el régimen franquista me contó una historia falseada y adulterada, mi curiosidad por conocer la verdad me ha llevado a leer a lo largo de mi vida al menos media docena de buenos libros de historia, algunos sobre la segunda republica y la mayoría  sobre la guerra civil española. Lo bueno que tiene la palabra escrita es que no se puede falsear lo que dice, yo, en el artículo mencionado digo lo que digo “my way,” por lo que no entiendo como compara usted la situación actual de la sociedad española con los años treinta anteriores y durante la guerra, hacer una comparación de ese tipo es una barbaridad. En aquellos años a los que usted alude, para mí, evidentemente, se cometieron terribles desmanes. Pero no puede decirse esto así solamente, metiendo en el mismo saco a unos y a otros. Los de la mal llamada zona nacional, fueron mucho más graves cualitativa y cuantitativamente. Es historia, pero es así.

Además, cuando se habla de los crímenes de la guerra, hay que hacer un aparte con lo que luego fueron los bestiales crímenes del franquismo una vez terminada la guerra, y los responsables de esa represión que duró tantos años, entre los que evidentemente, hay que citar a la Iglesia Católica Española, que con toda la influencia que tuvo en el franquismo, no supo ni quiso, levantar la bandera cristiana del perdón, la caridad y digamos de la justicia. Tolerando, cuando no incitando esa brutal represión como recoge en textos oficiales de pastorales y epístolas. Leer hoy estos textos da verdaderamente escalofríos, más aún cuando el Episcopado español actual, da la impresión que piensa como pensaban aquellos energúmenos obispos.

Por mi parte, que continúe la polémica.

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