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Retomamos la serie de artículos dedicados a la evolución histórica de la plaza de la Constitución, centrándonos ya en el siglo XIX. En esa centuria continuaba siendo el centro neurálgico de la localidad, sede de sus dos poderes (el civil y el religioso) y escenario de sus celebraciones más destacadas: principalmente las fiestas patronales, y algún que otro evento taurino, como el que tuvo lugar en 1802 con el fin de recaudar fondos para terminar las obras de la nueva parroquia.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1812) fue escenario, además, de numerosos acontecimientos. Así, en febrero de 1810, tras ocupar la villa, el destacamento francés se reunió en esta plaza para hacer recuento de las acciones. Y tras la ocupación napoleónica, en octubre de 1812, pasó a ser denominada plaza de la Constitución en honor a la Carta Magna promulgada en Cádiz en marzo de ese mismo año. Era la primera vez que este espacio público recibía un nombre oficial. Finalmente, cuando en mayo de 1814 se restablece el antiguo concejo en sustitución del Ayuntamiento Constitucional, en esta plaza se destruyó el ejemplar de la Constitución de Cádiz que existía en la casas consistorial.

Por otra parte, en la novela “La Familia de Alvareda” (1856) de Cecilia Böhl de Faber, encontramos una de las primeras descripciones que poseemos de esta plaza. Dice así: «El pueblo se compone de algunas calles anchas, formadas por casas de un solo piso, labradas en cansadas líneas rectas sin ser paralelas, que desembocan en una gran plaza arenisca, extendida como una gran alfombra amarilla ante una hermosa iglesia, que levanta su alta torre coronada de una cruz, como un soldado con su estandarte».

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Años más tarde, en 1877, la condesa Juliette de Roubesart mencionaría el mercado que al aire libre se celebraba en esta plaza, donde arrieros y campesinos llevaban a vender sus géneros. Sin embargo, un año más tarde se inauguraría en esa plaza (donde hoy están la fuente y los Jardines) el primer mercado de abastos, derribado en 1932.

En esos años finales del XIX la plaza estaba sin adoquinar, como ocurría con el resto de calles de la población, aunque ya por entonces los capitulares nazarenos comenzaron a preocuparse por el aspecto de este espacio. Así, en 1876 se colocaron en esta plaza varias farolas de petróleo.

Por último, entre los negocios más relevantes que abrieron sus puertas en este espacio a fines de esta centuria que estamos tratando, debemos destacar, por un lado, la farmacia de Modesto Peña en 1886 (un negocio que tuvo gran popularidad) y el Círculo de La Unión de Dos-Hermanas, de carácter carlista (ya existía en 1893). También debemos destacar la taberna de Juan Miguel Rubio-Barbero, donde se servía el mejor aguardiente del pueblo, según se decía por aquel entonces.

En la siguiente entrega, hablaremos de la plaza en el siglo XX y la actualidad, cerrando, de esta forma, la serie de artículos que hemos dedicado a este espacio público nazareno.

Foto del mes
Traemos en esta ocasión una fotografía de la fachada principal de las anteriores casas consistoriales, tomada en 1991 por el periodista nazareno David Hidalgo. La fachada que apreciamos se debe al arquitecto sevillano Juan de Talavera Heredia. El azulejo que vemos bajo el frontón triangular, representa a la imagen de Santa Ana, Patrona de la ciudad, realizado en la fábrica de cerámica trianera Montalván de Sevilla y colocado en 1946, aunque actualmente se encuentra en el patio de la capilla de la Patrona.

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