Todo pan es don

- Publicidad -

(Lc 1, 39-45) JESUCRISTO decía a veces cosas que llenaban de sorpresa a quienes las escuchaban. Aquellas personas eran además personas humildes y sin estudios: jornaleros, pescadores, obreros, mujeres y hombres del pueblo. Pero se sorprendían porque lo entendían con la perplejidad con que se entienden los misterios de la vida.

Llamó a muchos para que estuvieran con él en la vanguardia del tiempo nuevo que estaba irrumpiendo; y esta llamada la experimentaron como un don. A muchos les regaló la salud, y a muchos más la experiencia íntima de reconciliarse consigo mismo en las frustraciones y heridas del alma que los estaban ahogando; y este don los capacitó para dar las gracias a corazón y sonrisa abierta.

Y llegó una tarde que les anunció un don que ni podían imaginarse, que desbordaba todo lo que pensaban y esperaban: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Jesús pasaba de ofrecerles dones concretos a ofrecerse él mismo como don. Un ofrecimiento tan sorprendente y comprometedor que muchos dejaron de seguirlo.

- Publicidad -

En la última cena hizo aquel anuncio realidad, una realidad de promesa y de esperanza. Quien con fe come el pan de la eucaristía sabe que el Hijo de Dios mismo viene a él para regalarle el perdón que necesita, la fuerza para amar cuando flaquea, la paz interior sin la que no puede avanzar. El pan de la eucaristía nos regala caminar con Él, desde donde estemos y sea cual sea nuestra situación. El pan de la eucaristía es radiante promesa de una vida plena a la que nuestra vida está necesitada y abierta. Es un pan que muestra que todo es don de un Dios Padre, rico en misericordia.

- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí
Captcha verification failed!
La puntuación de usuario de captcha falló. ¡por favor contáctenos!