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Ojo por ojo

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Sosegada, tranquila, con respiraciones largas y hondas esperaba pacientemente sentada en su desvencijado SEAT a la espera de que su ex marido saliera del trabajo.

En apenas cinco minutos sus vidas cambiarían, radicalmente, ella tenía la certeza y estaba preparada, él desconocía su destino.

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Acompañado por unos compañeros, bajaba sonriente los cuatro escalones que jalonaban el edificio de oficinas donde, en otro tiempo el gran amor de su vida, desarrollaba su oficio de engaño y fraude, aquel individuo, un maltratador doméstico, un castigador familiar, disfrazado de alto ejecutivo con traje de dos mil quinientos euros, sin escrúpulos, ora engaña a clientes ricos, ora utiliza los puños para agredir a la que era su mujer, y a su hija.

Abrió la guantera, extrajo el revólver, se aseguró que las seis balas cargaban el tambor de este, y sin molestarse en disimular que lo empuñaba, bajó del coche y se enfrentó a aquel monstruo.

– Hola Rebeca, ¿qué haces tú aquí? – Preguntó un tanto desconcertado y con brusquedad, sin disimular que le incordiaba su presencia.
– Hola Juan, quería darte una sorpresa. –

Levantó el brazo que empuñaba el arma y le descerrajó cinco tiros en el pecho…

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