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Madre: Vencer el duelo

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madre
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Con la muy notable excepción de Tierra firme (Carlos Marqués-Marcet, 2017), las veces que el cine español ha sido el elegido para inaugurar el Sevilla European Film Festival la cosa no ha salido especialmente bien (casos como Fin, Tres bodas de más, o peor aún, La ignorancia de la sangre aún se recuerdan). Pero, claro, en esta ocasión hablamos de un peso pesado como Rodrigo Sorogoyen, con Madre. Un director que tiene en su haber obras tan magníficas como Stockholm, Que Dios nos perdone o El reino, que el pasado enero se llevó siete premios Goya.

España-Francia, 2019 (128′)
Dirección: Rodrigo Sorogoyen.
Producción: Ibón Comerzana, Ignasi Estapé, Rodrigo Sorogoyen.
Guión: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen.
Fotografía: Alejandro de Pablo.
Música: Olivier Arson.
Montaje: Alberto del Campo.
Intérpretes: Marta Nieto (Elena), Jules Porier (Jean), Álex Brendemühl (Joseba), Anne Consigny (Lea), Frédéric Pierrot (Gregory),Guillaume Arnault (Benoit).

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Madre deriva de su cortometraje homónimo que estuvo nominado a los Oscar este año, una historia angustiosa rodada en plano secuencia (el corto) con una magnífica Marta Nieto como protagonista. De hecho, el arranque de este largometraje es ese mismo cortometraje, en el que Elena, que está en casa tranquilamente, recibe la llamada de su hijo de seis años que le dice que está perdido en una playa de Francia y que no encuentra a su padre. Diez años después, Elena vive (o sobrevive) en esa misma playa, y en cierto modo ha conseguido rehacer su vida. Hasta que un día conoce a Jean, un adolescente francés que le trae recuerdos del pasado y le remueve por dentro.

La película, que viene de ganar el premio a la mejor actriz (excelsa Marta Nieto) en la Sección Horizontes del Festival de Venecia acierta al cambiar el registro. Cuando lo normal hubiese sido tomar el camino del thriller, embarcándose en una búsqueda desaforada del hijo perdido, investigar qué pudo ocurrir, dónde se puede encontrar, la película abandona ese tono y se decanta por la idea mucho más interesante de bucear en el personaje de Elena, una mujer extremadamente frágil, que parece que está a punto de romperse en cualquier momento, pero que, en cierto modo, resurge cuando Jean aparece en su vida.

Madre plantea, quizás, un cierto dilema moral, y resulta incómoda a la par que sugerente. Elena ve en Jean al hijo que perdió; quizás piense que sea él, quizás no, y lo único que quiere es ejercer ese papel maternal que le fue arrebatado. Y luego está Jean, también un personaje ambiguo, que ve en Elena a una mujer misteriosa de la que se enamora, pero también a la madre que siempre quiso tener.

Sorogoyen consigue sorprender una vez más, al cambiar las expectativas creadas en el cortometraje, dirigiendo la historia por otros derroteros, que resultan más efectivos. El tono es distinto, porque Elena también es distinta.

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