La realidad que no debería ser

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Identidad Borrada

Coincidiendo con la deleznable noticia de los cursos que han impartido y siguen impartiendo algunas instituciones religiosas en nuestro país con pseudoterapias de reorientación sexual, destinadas a ‘curar’ a homosexuales, se estrena esta película, Identidad, Borrada, basada en hechos reales, aunque ocurridos en Estados Unidos, en la que se narran unos hechos semejantes.

El hijo de un predicador baptista de una pequeña ciudad norteamericana se ve empujado por sus padres a participar en un programa de conversión cuando estos descubren su homosexualidad. Allí entrará en conflicto con uno de los terapeutas y sus métodos y conocerá a un grupo de personas, de variada edad, que también buscan su ‘curación’. Aunque él no sabe realmente qué es, cómo se siente, pero sí que no va a dejar que le digan lo que debe sentir. A pesar de que el peso de la familia, sobre todo su padre, siempre esté ahí.

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Australia-Estados Unidos, 2018 (115′)
Título original: Boy erased.
Escrita y dirigida: Joe Edgerton, basado en el libro de Garrard Conley.
Producción: Joel Edgerton, Steve Golin, Kerry Kohansky-Roberts.
Fotografía: Eduard Grau.
Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans.
Montaje: Jay Rabinowitz.
Intérpretes: Lucas Hedges (Jared Eamons), Nicole Kidman (Nancy Eamons), Russell Crowe (Marshall Eamons), Joel Edgerton (Victor Sykes), Madelyn Cline (Chloe), Victor McCay (Aaron), Troye Silvan (Gary), David Joseph Craig (Michael), Xavier DOLAN (Jon), Jesse LaTourette (Sarah).

Es una película con altos y bajos, con algunos momentos intensos (a pesar de los numerosos tópicos que utiliza) gracias a las interpretaciones del triplete protagonista (sobre todo Lucas Hedges y Nicole Kidman), que muchas veces bordea el melodrama televisivo sin llegar a caer del todo en él, pero visualmente aporta más bien poco.

Edgerton consigue transmitir (y provocar) el asco, las nauseas, al espectador, que observa momentos deleznables como el de la familia que golpea (como terapia) a uno de los compañeros del protagonista, castigándole por unos deseos, por unos sentimientos, que entienden que no debería sentir.

El objetivo de Identidad borrada, es precisamente ese, criticar, denunciar, que en pleno siglo XXI haya gente que siga pensando que puede obligar a otros a ser lo que no son, a decir que sus sentimientos no son legítimos, no son humanos. Ahí sí funciona. Como producto fílmico, es una cinta que recurre demasiado a tópicos, que se centra excesivamente en el personaje protagonista (muchos de los compañeros del centro, a pesar de ser personajes con nombre, ni siquiera tienen una palabra en todo el guion), y que no logra elevar el vuelo que se merecería la historia.

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