Fiesta en tu vida

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Llegará el día
en que, con júbilo,
te recibas a ti mismo que llegas
hasta tu puerta, ante tu
propio espejo.

(Lucas 15, 11-32) WALCOTT, PREMIO NOBEL de literatura, pulsa la clave de toda reconciliación, que es, a pesar de las apariencias, reconciliación con uno mismo. Cuando odiamos y guardamos rencor, cuando miramos con inquina y acechamos los errores del otro estamos, en el fondo, condenando nuestras propias incoherencias, dejando traslucir nuestros deseos insatisfechos, acusándonos por parecernos demasiado a aquel otro, a quien despreciamos.

Cuando alguien te hace un daño objetivo, serio, injusto, la herida te duele un tiempo, pero poco a poco cicatriza y te olvidas de ella. Pero cuando el rencor la vuelve enfermiza, cuando cada vez que la ves te duele la misma punzada del primer día, cuando tienes necesidad de demonizarla y no dejar resquicio a la humanidad que hay en ella,… entonces la herida estaba ya en ti, no te la hicieron.

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Lleva a tu alma a mirarse en el espejo y reconoce tus debilidades, tus frustraciones, todos aquellos momentos en los que no pudiste hacer lo que debías o lo que te exigías; fuérzate a mirarte con ojos comprensivos, indulgentes, amistosos. Eras, eres y serás simplemente una persona que tiene la inmensa posibilidad de convertirse, de vivir sin máscaras.

Volverás a querer al extraño que has sido. Habrá fiesta en tu vida.

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