El pasado sábado concluyó la edición número catorce del Sevilla European Film Festival, una edición en la que el cine español tuvo mayor participación que nunca, y en la que, a pesar de que varios de los que se preveían como estrenos importantes resultaron decepcionantes, hubo otros tantos, como El autor (de Miguel Martín Cuenca), Algo muy gordo (de Carlo Padial) o Tierra firme (de Carlos Marqués-Marcet) que sí resultaron ciertamente destacables.
Esta última, la única de las tres que formaba parte de la Sección Oficial, fue la elegida para inaugurar el certamen, que (como todos los años) es la que repasaremos aquí. Centrada en las relaciones entre la pareja formada por Kat y Eva y un amigo de la primera, que va de visita. El reloj biológico de Eva le pide un hijo ya, pero Kat no puede estar más lejos. Divertida, interesante, con una Oona Chaplin magnética, merecía más del único premio, el de la crítica, que se llevó.
Repasando el resto de cintas de la Sección Oficial, en la que hubo un buen nivel, pero ninguna gran película, nos centramos en mayor amplitud en las premiadas, la portuguesa A fábrica de nada fue la cinta que se alzó con el Giraldillo de Oro en un palmarés muy repartido. Película militante sobre un grupo de obreros que se enfrenta a los directivos de su empresa para evitar que cierren la factoría, tiene muy buenas ideas y no se hace pesada a pesar de sus tres horas de metraje. Con una temática en cierto modo parecida, el Gran Premio del Jurado fue para Western, que se centra en las relaciones de un grupo de trabajadores alemanes que van a Bulgaria a montar una planta hidráulica con los vecinos del lugar. Interesante, aunque en algunos momentos aburre.
Más que aburrir, casi desespera Zama, que (sin embargo) por su puesta en escena y por su modo algo elíptico de contar la trama, le sirvió para llevarse una mención especial. La última película de Lucrecia Martel era una de las más esperadas del concurso. Como también lo era Barbara, la nueva del actor Mathieu Amalric que se llevó el premio a mejor director. Muy interesante biopic sobre la cantante francesa Barbara, que juega a varios niveles narrativos, tiene una portentosa interpretación por parte de Jeanne Balibar, que estaba en todas las quinielas para llevarse el premio a mejor actriz.
Mejor actriz y guión
El premio a la mejor actriz, en cambio, fue para la joven Selene Caramazza, por su papel en Corazón puro, donde es una chica católica que aboga por el celibato y a que sus ideas se le vienen abajo cuando conoce a un chico que es totalmente distinto a ella. El premio a mejor actor fue para otro joven actor italiano, Pio Amato, por A ciambra, donde se interpreta a sí mismo. Retrato de su vida junto a su familia en los suburbios, y su lucha para salir adelante haciendo lo que haga falta, no ofrece nada que no hayamos visto ya antes.
Por otro lado, el mejor guión fue para A violent life, cinta que narra el nacimiento y desarrollo del frente de liberación corso, que cometió numerosos actos terroristas en los años noventa. No era, ni de lejos, la favorita para este premio. Además, la danesa Winter brothers se llevó el de mejor fotografía. Por lo pobre de su historia, de sus interpretaciones, de su formulación, esto era lo único a lo que podría optar. Así que puede darse por ganadora.
De las cintas que se quedaron sin premio, algunas destacaron más que otras. Las guardianas, a pesar de su academicismo, se pensó que estaría entre las galardonadas. También estuvieron en el certamen El mar nos mira de lejos (documental sobre las gentes del entorno de Doñana), Tierra de Dios (lo más parecido a una Brokeback Mountain en Escocia), y las menores Ramiro, Un sol interior, El taller de escritura, Little crusader y Penélope.
