La calle Nuestra Señora de Valme (y II)

Lugar de agradables paseos.

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Continuamos esta semana nuestra andadura por el devenir histórico de esta céntrica calle nazarena, adentrándonos en el siglo XX. Aquella centuria comenzó con la polémica en torno a la construcción de los acerados de esta calle.

Como el consistorio no andaba bien de fondos para costear dicha operación, se decidió que fueran los propios vecinos de la calle los encargados de sufragarla, mediante cuotas cuyo valor dependía de los metros de la fachada principal de sus respectivas casas.

Jesús de Grimarest adelantó el dinero en nombre de los vecinos para que las obras comenzaran sin dilación. Pero aquella forma de financiación no fue, como era de esperar, del agrado de la mayoría de los residentes. Muchos se negaron en rotundo a desembolsar una sola peseta, como bien se puso de manifiesto en la sesión de 3 de julio de 1901.

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Edificios principales
A lo largo de su ya dilatada Historia, la calle Nuestra Señora de Valme ha visto construir (y, por desgracia, también desaparecer) numerosos edificios que merecen ser recordados y mencionados. Comenzamos por la hacienda de San Antonio, situada en la esquina de esta calle con la plaza del Arenal. Sus primeras noticias se remontan a mediados del siglo XVIII y fue derribada en 1972. Donde hoy se encuentra la sede de la Obra de la Iglesia estuvo la hacienda de Esteban de la Guardia. En ella se establecería, como ya hemos dicho en otra ocasión, la primera casa-cuartel de la Guardia Civil en Dos-Hermanas. El actual Teatro Municipal se levanta desde 1995 en el solar que ocupó el antiguo Cine Español de invierno, creado en febrero de 1922 por José Varela Gómez. En el n.º 34 se inauguró en 1943 la sede de la Gota de Leche, institución benéfica dedicada a la alimentación de niños pobres, mientras que en el n.º 30 estuvo la llamada Casa de los Martinitos. Era una casa abandonada donde vivían, según la creencia de los niños, los famosos martinitos, nombre que recibía un tipo de duende en Dos-Hermanas y que por las noches producían ruidos. En la otra acera, justo en el n.º 19 se encontraba la Casa de los Valera, más o menos donde hoy están los pisos del pasaje Los del Río. Si bien se trataba de una vivienda sencilla, carente de elementos decorativos, en sus corrales estuvo el primer almacén de aceitunas que hubo en nuestra ciudad, propiedad del matrimonio formado por Manuel Valera Gómez y Brígida García. Destacable era la casa de Camilo Carlier, que actualmente sigue en pie (con algunas reformas) en la esquina con la calle San Luis. Posee un bello portal con zócalo de azulejos sevillanos, cancela de hierro con cristales azules y blancos, y yeserías de estilo árabe. También tenía un salón de recibir con un gran arco en el que había un cartel que decía “Ave María Purísima”. Por último, destacar la casa-hermandad del Santo Entierro, inaugurada en 2005, con una interesante fachada.

En ella, el alcalde Manuel Rodríguez dio cuenta de que todavía la mayoría de propietarios de casas de la calle Real no había pagado las cuotas “obedeciendo la pasividad de muchos, según es público, a la actitud resistente adoptada por uno que, prevalido de su posición social, aconseja torpemente y hace oposición injustificada a los planes de reforma que esta Corporación ejecuta en beneficio del pueblo”.

Si bien no se apunta el nombre, el alcalde se está refiriendo, claramente, a Francisco Valera García, quien, según las “malas lenguas”, se metió en la política local justo a finales de ese 1901, principalmente, para derogar esas cuotas que, a su entender, eran injustas y carentes de legalidad. El asunto es, desde luego, bastante interesante y merece ser tratado con detenimiento.

Aunque había sido desde siempre la principal calle del pueblo, comenzaba la década de 1920 sin estar adoquinada, siendo, por tanto, una calle terriza, con numerosos baches y surcos. La situación cambió, por fortuna, en 1925, cuando en sesión de 11 de julio se acuerda adoquinarla, mediante contribuciones especiales. Y para hacerlo, la empresa encargada (Max Jacobsen) empleó en 1928 un sistema que se calificaba como revolucionario, llamado Soliditit: una especie de hormigón grueso, que resistió sin mayores desperfectos el paso de vehículos y transeúntes hasta 1986.

Durante los años de la II República la calle fue motivo, en algunos casos, y escenario, en otros, de varias polémicas. Para empezar, en la mañana del día 21 de julio de 1931 se celebró en el paseo de Federico Caro un mitin al que asistieron gran número de obreros del pueblo, la mayoría de ellos anarquistas. Terminado el acto, comenzó una manifestación que recorrería la calle Real y terminaría en la fábrica de la luz, donde protestarían porque un obrero de la citada empresa no había secundado la huelga.

Más o menos a la altura del Cine Español de invierno esperaban a la manifestación la Guardia Civil (y algún que otro guardia municipal). Dicha fuerza del orden mandó a los obreros que disolviesen la manifestación. Ante la negativa, los guardias realizaron disparos al aire y al suelo, con tan mala fortuna que las balas rebotaron e hirieron gravemente a tres personas y de menos gravedad a otras doce. Uno de los heridos graves, Manuel Alcoba Andrada, militante de la CNT, murió al día siguiente.

El alcalde Fernando Fournon Raya declaró jornada de luto por la muerte de este vecino y el segundo teniente de alcalde propuso, cuando se planteó el cambio de denominación de esta calle, que la vía se llamara Calle del Crimen por este triste suceso, pero su iniciativa no prosperó y se impuso la opción de nombrarla José Nackens. Poco después, en 1934, surgió otra polémica. El alcalde de entonces, Antonio Muñoz Benítez, prohibió que las carretas de la hermandad del Rocío desfilaran por las calles del pueblo.

La calle Nuestra Señora de Valme (y II)

El 22 de mayo regresaron los rocieros a Dos-Hermanas y la guardia municipal, siguiendo las órdenes del alcalde, se apostó al inicio de la calle Real con el claro objetivo de impedir que las carretas pasaran. Sin embargo, los vecinos se unieron a los caballistas y rocieros y lograron salvar la barrera de los guardias municipales, consiguiendo desfilar por esta y otras calles del pueblo. En esta oposición a la medida del alcalde jugó un papel destacado María Teresa Fernández-Pasalagua, esposa de José María Abaurre, que fue quien retiró el cartel de prohibición del paso de las carretas que existía en este punto.

Y ya entre la década de los 40 y los 70 se convirtió en escenario de los recordados paseos dominicales, uno de los pocos entretenimientos que tenía la juventud nazarena de aquellos años.

A finales del siglo XX se dieron hechos destacables. Por un lado, con el traslado de la feria a la barriada de Los Montecillos, la calle Real dejó de pertenecer al peculiar recinto ferial nazareno. Por otra parte, se procedió a la peatonalización de la calle Nuestra Señora de Valme, y, ya en 2007, se le dio el aspecto que actualmente presenta.

La calle y sus tiendas
Sin ser, ni mucho menos, una calle comercial, durante siglos han abierto sus puertas en ella numerosos negocios que han dado más vida, si cabe, a esta vía nazarena. Negocios de lo más variopinto, desde fondas y posadas (como la fonda de Campo en el n.º 2, la pensión Adela en el n.º 41 o la fonda de Reina en el n.º 19) hasta confiterías, como la de José Flores Santamaría, en la esquina con la calle Lamarque de Novoa. En el n.º 11 existía a principios de la década de 1880 una espartería, regentada por el padre del torero Manuel García Cuesta el Espartero, quien fue detenido precisamente ahí por la Guardia Civil en febrero de 1888. Esta espartería pasaría a principios del XX a manos de Manuel Chamorro García. Una barbería poseía en 1912 en el n.º 7 Francisco Sánchez Martín, y en el número 42 abrió en la década de 1920 una fábrica de gaseosas Enrique Núñez Monge. Luis Romero Encina tuvo una farmacia mientras que Antonio Triguero Cáceres regentaba una carbonería y Dolores Gómez Camisón una frutería. En 1938, José Sutil García tenía un bar, vendiendo la taza de café a treinta céntimos de peseta. Ya a mediados del siglo XX, ¿quién no recuerda la tienda de calzados La Favorita o la famosa Heladería La Valenciana? En el n.º 46 puso su estudio fotográfico el recordado Miguel Navas Rivas y en el n.º 60 Rodrigo López tenía una carnicería y charcutería. Hoy en día continúan los negocios, entre ellos tres notarías, varios bares, una tienda de antigüedades, una óptica, algunos bancos…

La calle Nuestra Señora de Valme (y II)

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