Philip es un niño cuando sus padres mueren. Su primo Ambrose se dedica en cuerpo y alma a cuidar de él. Con el paso de los años, con Philip ya en la veintena, Ambrose viaja a Italia en busca del sol que le cure de su enfermedad, y empieza a enviarle cartas donde le habla de una mujer de la que se ha enamorado y con la que llega a casarse.
Pero las cosas se vuelven tenebrosas entonces, y las cartas se hacen más oscuras y paranoicas, y poco después, Ambrose muere. Philip viaja a Italia, convencido de que esa mujer, Rachel, le ha matado, y dispuesto a vengar la muerte de su primo. Pero ella no está allí. Ya de vuelta en su casa de campo inglesa, Philip recibe la visita de Rachel, y cae pronto víctima de su enigmática y bella prima.
Basada en una novela de Daphne du Maurier, autora de otras obras también llevadas magistralmente al cine, como La posada de Jamaica, Los pájaros o Rebecca, las tres dirigidas por Alfred Hitchcock, esta es la tercera vez que Mi prima Rachel es adaptada (la primera con Olivia de Havilland, la segunda, una miniserie con Geraldine Chaplin).
Reino Unido-Estados Unidos, 2017 (106′).
Título original: My cousin Rachel.
Dirección: Roger Michell.
Producción: Kevin Loader.
Guión: Roger Michell, basado en la novela de Daphne du Maurier.
Fotografía: Mike Eley.
Música: Rael Jones.
Montaje: Kristina Hetherington.
Intérpretes: Rachel Weisz (Rachel Ashley), Sam Claflin (Philip), Holliday Grainger (Louise), Iain Glen (Kendall), Pierfrancesco Favino (Enrico Rainaldi), Simon Rusell Beale (Couch), Tim Barlow (Seecombe), Bobby Scott Freeman (John), Tristram Davies (Wellington), Andrew Havill (Parson Pascoe).
Dirigida por Roger Michell (el mismo que hizo Notting Hill), la película capta a la perfección esa atmósfera de sospecha y ambigüedad que tan bien sabía retratar du Maurier. El joven e ingenuo Philip cree ciegamente que su primo-tutor fue asesinado por la despiadada Rachel. Pero cuando ella hace acto de presencia, se encuentra con que ella no es la perversa envenenadora que él creía por las cartas que Ambrose le escribió entre delirios en sus últimas horas. El espectador, igualmente, duda en todo momento de cuáles son las intenciones de Rachel, ya que, como Philip, hemos caído rendidos ante su perturbador encanto.
Ello se debe, en gran parte, al soberbio trabajo de la actriz que le da vida, Rachel Weisz, y a la contemporaneidad del personaje creado por du Maurier, una mujer moderna atrapada en el puritano escenario de la Inglaterra del XIX. Pero pese a ello, y al buen trabajo de ambientación, a la belleza visual, y a cómo consigue Michell crear esa sensación de duda durante todo el metraje, la historia no termina de tener todo el empaque que promete en un primer momento, y la resolución final no tiene la fuerza que merecería la historia.
