El aula de convivencia está ya prácticamente autoconstruido

A falta de los últimos retoques, se espera que pueda estar listo antes de que acabe el mes.

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El proyecto de autoconstrucción del aula de convivencia del Colegio Europa ha llegado a su fin. Así lo ha confirmado el arquitecto del proyecto Santiago Cerezuela, del estudio Recetas urbanas, asegurando que “sólo queda la pintura de algunas paredes y los últimos remates”. Una vez que se ha completado también los trabajos de instalaciones y climatización por parte de la empresa adjudicataria.
Ahora, sólo resta la puesta a punto, con el mobiliario y la instalación de la cocina, que correría a cargo de la Junta de Andalucía, por lo que desde Recetas Urbanas se espera que el aula pueda inaugurarse formalmente antes de que acabe el mes de octubre. De esta forma se pone fin a 89 días de trabajo de un proyecto que ha despertado mucho interés dentro y fuera de las fronteras españolas, ya que, comenta Santiago, “el 80 por ciento de la obra la ha realizado personal voluntario mediante la autoconstrucción”. El 20 restante ha corrido a cargo de empresas especializadas que se han encargado de la cimentación, instalaciones y climatización.

El estudio Recetas Urbanas lleva 16 años trabajando con este sistema, sobre todo en el ámbito educativo, pero en Dos Hermanas eran las primeras instalaciones municipales, la de un comedor de un colegio, que se levantaban mediante la autoconstrucción y la valoración que hace el arquitecto es “muy positiva”. No sólo, afirma, “por reducir el coste de 450 mil euros a unos 140 mil, sino por una buena gestión de los recursos, con la reutilización de material reciclado, y por la formación en la materia de todo el personal implicado”.

Experiencia muy gratificante
Ana, María, Malu y Marga fueron las cuatro madres que decidieron unirse para reclamar un comedor para el colegio Europa. Hoy, a pocas semanas para que el proyecto llegue a su fin, se muestran muy satisfechas con esta experiencia vivida como el primer proyecto de un equipamiento educativo que se autoconstruye en Dos Hermanas.
Una buena forma, afirman, “de concienciar a la gente de que los equipamientos públicos son de todo el mundo y tienen mucho trabajo detrás”.
Algo que han podido comprobar en sus propias carnes ya que “nos hemos implicado para que el proyecto salga adelante, dedicándole tardes a la semana y muchos fines de semana”. Una labor que han definido de gratificante, ya que “ha sido una vuelta al trabajo en equipo y a ayudarnos unos a otros”.
Por ello presentaron en su día una unidad didáctica por las aulas del centro, para que los niños y niñas supieran lo que se estaba haciendo y se implicasen, como lo han hecho, en la autoconstrucción.

Aunque cuando se inicia un proyecto de esta índole “corres el riesgo de que la gente no responda”, comenta Santiago, en este proyecto han sido 295 las personas voluntarias que se han implicado, de las que dos tercios no van a ser usuarios de estas instalaciones. Ya que, además de las familias del centro, han participado estudiantes, profesores, bomberos o carpinteros “a los que, simplemente, les gustaba la construcción o querían aprender de este proyecto”, comenta el arquitecto.

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Estos voluntarios han llegado desde 30 países, como Londres, Dubái, Qatar, Alemania, Cuba, Vietnam o Bélgica, destacando, comenta Santiago, un profesional de Singapur que había sido pagado por la administración de este país para conocer el proyecto y luego aplicarlo allí. Contando entre sus voluntarios, además, con chicos de un centro de menores de Montequinto o con enfermos de salud mental que han utilizado esta experiencia como terapia.

Madres impulsoras del proyecto de aula de convivencia del Colegio Europa

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