La Belleza que duele

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Película The Neon DemonTHE NEON DEMON

Por tercera vez consecutiva, el danés Nicolas Winding Refn estrenaba su película en Cannes, donde recibió elogios y aplausos por Drive, cierta indiferencia con Solo Dios perdona, y abucheos e insultos con esta The Neon Demon, que también reclutó un (reducido) grupo de incondicionales. Y es que es cierto que el estilo personal de Refn se va perfilando y depurando cada vez más, decantándose por un cine de sensaciones, que haga al espectador revolverse en la butaca, ya sea alucinado o asqueado. Misión cumplida.

{xtypo_rounded4}Francia-Dinamarca-Estados Unidos, 2016 (118′)
Título original: The Neon Demon.
Dirección: Nicolas Winding Refn.
Producción: Lene Børglum, Sidonie Dumas, Vincent Maraval.
Guión: Nicolas Winding Refn, Mary Laws, Polly Stenham.
Fotografía: Natasha Braier.
Música: Cliff Martinez.
Montaje: Matthew Newman.
Intérpretes: Elle Fanning (Jesse), Karl Glusman (Dean), Jena Malone (Ruby), Bella Heathcote (Gigi), Abbey Lee (Sarah), Desmond Harrington (Jack). {/xtypo_rounded4}

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Podemos explicarla como una perturbadora y tenebrosa versión del clásico Blancanieves, en la que la joven y hermosa Jesse llega a Los Ángeles con la esperanza de hacerse modelo y que acabará devorada por una profesión fría, preocupada únicamente por las apariencias. Su virginal belleza provocará un rápido ascenso, pero los deseos que inspirará en unos serán tan fuertes como los odios que desatará en las compañeras de profesión que la ven como una intrusa.

The Neon Demon es una cinta llena de simbolismo, tanto en lo que se cuenta como en lo que se ve. Algunas muy evidentes, otras menos. Aunque sitúa su historia en ese mercado de la carne que es el mundo de la moda de Los Ángeles, es fácil ver el paralelismo con el mundo del cine de Hollywood. Un mundo (ambos) donde la obsesión por la belleza es lo que impera: “la belleza no es la única cosa importante, la belleza lo es todo”, dice uno de los personajes; una de las modelos se jacta de tener cientos de operaciones en su cuerpo, tantas que su médico la llama ‘la mujer biónica’… Pero también simbolismo en el uso de la paleta de colores, que va evolucionando junto a su protagonista, y cambia de los puros azules iniciales, a los rojos, y a los dorados cuando ella empieza a tomar el control. Y también mensajes ‘ocultos’, como las referencias a sectas ocultistas que hacen cultos de sangre y ceremonias iniciáticas. Simbolismos y mitos, como el de Narciso, con seres embelesados de sus reflejos, tanto que hasta se besan a sí mismos.

En este sentido, es destacable la abundante presencia de espejos y reflejos, mostrando el mundo de apariencias, de ilusiones en las que viven los protagonistas. Reflejos difusos, o incluso fraccionados, partidos en mil pedazos cuando las expectativas no se cumplen.

Película arriesgada, cine abstracto, que va más allá de la historia, a las entrañas. Vemos la trayectoria de la protagonista, así como sus fantasías oníricas y sus turbias pesadillas, sus miedos y sus deseos. Con ello, Refn hace un cine que o te entusiasma o te espanta. La trama, en definitiva, es lo de menos. Esto es una experiencia sensorial.

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