La mirada limpia de una niña

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Película Mi Perfecta HermanaMI PERFECTA HERMANA

Con la pulcritud y el buen hacer del cine nórdico que tan a cuentagotas nos llega a nuestras pantallas, se estrena esta Mi “perfecta” hermana (ni idea de por qué se han añadido las comillas ni de por qué se ha cambiado el enfoque de persona en la traducción al español), película sobre los problemas que causa en una familia normal los desórdenes alimenticios de una de sus hijas.

{xtypo_rounded4}Suecia-Alemania, 2015. (95′)
Título original: Min lilla syster.
Escrita y dirigida: Sanna Lenken.
Producción: Annika Rogell.
Fotografía: Moritz Schultheiß.
Música: Per Störby Jutbring.
Montaje: Hanna Lejonqvist.
Intérpretes: Rebecka Josephson (Stella), Amy Diamond (Katja), Henrik Norlén (Lasse), Annika Hallin (Karin), Maxim Mehmet (Jacob), Emelie Strömberg (Profesora de patinaje), Ellen Lindbom (Iga), Karin de Frumerie (Profesora), Hugo Wijk (Henrik).{/xtypo_rounded4}

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Stella es una cría de doce años, pelirroja, regordeta patosa y feucha, que admira a Katja, su hermana adolescente, esbelta, bella y estrella del patinaje artístico. Día a día la ve entrenarse a fondo, y sueña con ser como ella, con patinar como ella. Hasta que descubre que su perfecta hermana tiene un secreto, y es que padece un trastorno alimentario. Poco a poco, la enfermedad va rasgando la armonía familiar.

La debutante Sanna Lenken se basa en su propia experiencia (ella misma sufrió de anorexia y bulimia en la adolescencia) para contar esta historia, que tiene su punto fuerte precisamente en el punto de vista, ya que todo está contado desde el ojo inexperto de la hermana pequeña, que se encuentra con un problema que ni siquiera sabe como llamar, y que incluso es demasiado pequeña como para entender siquiera que es un problema de seriedad.
La película tiene aciertos evidentes, como es mostrar con precisión la dureza de toda adicción, de una enfermedad como esta, en la que la situación va siempre cuesta abajo y todo va empeorando poco a poco. La visión de la pequeña (y una soberbia interpretación, por cierto, muy por encima de su sobreactuada hermana). El hecho de que la enfermedad no sea en sí misma el tema principal de la película (de lo que de verdad va es de la tiranía de las apariencias y las mentiras tras ellas, y de la descomposición de una familia en apariencia perfecta).

Y es aquí donde no termina de convencer la historia: ni parece demasiado creíble que los padres no hayan notado absolutamente nada del hundimiento de su hija, ni parece que hagan todo lo que está en sus manos para ayudar a sacarla del pozo.

Sanna Lenken no juzga a sus personajes, simplemente expone la historia de un modo visualmente clásico, sin innovar sin arriesgarse, y (lo que es peor) sin llegar a ninguna conclusión que no hayamos visto ya en otras cintas que abordan el tema.

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