España ganó en Niza y en el auditorio ganó Manuel Lombo

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Concierto de Manuel Lombo en el auditorioManuel Lombo le echó un pulso ayer viernes al todopoderoso fútbol con su Eurocopa en una noche complicada o importante para el deporte español. En Niza jugaba España, buscando su pase a octavos de final, pero en el auditorio cantaba Manuel Lombo, quien volvía a su ciudad, en la que asegura sentirse profeta en su tierra, para presentar su último trabajo discográfico, Yo.

La contienda se podría decir que quedó en tablas, ya que, si bien es cierto que las gradas del auditorio presentaban un menor aforo de público que sus dos citas precedente, al final ganó la música y el arte de este nazareno que se ha hecho un hueco, tras muchos años de trabajo en el panorama musical español. Mientras que en Francia, La Roja vencía a Turquía, logrando su objetivo, y todos contentos.

Con 20 minutos de retraso sobre el horario previsto, esperando la caída de una agradable noche ya de verano, Manuel Lombo, impeclable con su traje de chaqueta negro y blanco apareció ante su ciudad cantando aquello de Lo que un día empezaste, tema con el que abre este disco, en el que el artista muestra su faceta más melódica y orquestal, además de su yo más personal, ya que la mayoría de los temas son creaciones suyas.

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Puesta en escena elegante, al estilo de las big band de los 50, con todos los musicos de etiquetas, para la puesta de largo de unas creaciones que sonaron bien anoche en el auditorio, permitiendo conocer sobre el escenario del parque a un Manuel más maduro, musicalmente hablando, y que volvió a derrochar voz en todas y cada una de sus interpretaciones. Entre las que no pudieron faltar, por una parte, los temas que ya forman parte de su bagage musical, los de sus anteriores discos, y, por otra, la copla, tan presente en el adn artístico de este cantante, quien interpretó Soleá, Pena, penita pena, Mi amigo o, como no podía ser de otra forma, su mítico Silencio por un torero.

Manuel se bajó del escenario y cantó entre su público, que enloqueció con su presencia entre las gradas, y al final del concierto, sin quererse marchar y poner el punto y final a una noche que definió como mágica e inolvidable, se arrancó con una improvisada fiesta por bulerías, en la que, sin micro y casi sin acompañamiento musical, le cantó, sobre todo a su ciudad, con la Virgen de Valme siempre muy presente.

Dicen que es de buen nacido ser agradecido y Manuel Lombo quiso agradecer que en una jornada tan importante para el fútbol español, los que estaban allí esa noche con él hubiesen optado por la música.

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