En memoria a Ana María Quintanilla Ponce

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Tres largos años ya sin ti. Desde lo más profundo de mi corazón, escribo estas líneas al recuerdo de mi madre, Ana Mª Quintanilla Ponce, una mujer con fuerza, coraje, autodidacta, perseverante, luchadora, una mujer valiente, una gata, como ella solía describirse a si misma. Una mujer alegre y divertida, que dejó huella en todos y cada uno de los que la conocieron.

No pasa ni un solo día en el que no tenga presente todas las enseñanzas que me aportó. Fue en su último año de vida, y a pesar de la dura enfermedad que le tocó sufrir, donde me regaló y me brindó toda su ternura, cariño y amor incondicional y verdadero. Fue ella, mi madre, la que a pesar de tan dura etapa, me enseñó lecciones de vida. Me llena enormemente de paz, orgullo y satisfacción el haberla cuidado con mimo y esmero, es más, para mí ha sido el mayor placer que me ha brindado la vida. Y es que me dejó tan llena de amor que así es como me hace sentir su recuerdo. A pesar de tan duros momentos, todos los recuerdos que tengo hacia ella son de admiración por su arrojo y valentía hacia la supervivencia.

Sé que ella sigue conmigo, porque percibo su fuerza a cada momento, la siento en lo más profundo de mí, y es esa fuerza la que me alienta a seguir luchando cada día, no me siento sola a pesar de no tenerla aquí a mi lado, porque me ha dejado tan llena de amor y porque se ha convertido en mi ángel de la guarda…

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A ella dedico estas humildes palabras desde el mayor respeto y cariño, porque hasta el último día luchó como una gata, luchó lo indecible por seguir con su familia. Es mi ejemplo a seguir. Te quiero y te amaré por siempre mamá y tu recuerdo está grabado a hierro en lo más profundo de mi esencia.

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