Lucrarse con la desgracia

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Película La Gran ApuestaLA GRAN APUESTA

Hay películas que, a pesar de su dificultad, son necesarias. Esta La gran apuesta, que cuenta, como ya hizo hace cinco años la fantástica Inside job (ganadora del Oscar al mejor documental en el 2010), los meses previos a la crisis mundial que estalló en el 2007, con origen en Estados Unidos, pero que afectó a todo el mundo. Y se centra en unos pocos visionarios, ajenos a los grandes puestos de Wall Street, que vieron lo que nadie más vio, que toda la economía estaba asentada en hipotecas basura, y que era cuestión de tiempo que todo se viniese abajo.

{xtypo_rounded4}Estados Unidos, 2015 (130′)
Título original: The big short.
Dirección: Adam McKay.
Producción: Dede Gardner, Jeremy Kleiner, Arnon Milchan, Brad Pitt.
Guión: Charles Randolph y Adam McKay, basado en el libro de Michael Lewis.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Música: Nicholas Britell.
Montaje: Hank Corwin.
Intérpretes: Christian Bale (Michael Burry), Steve Carell (Mark Baum), Ryan Gosling (Jared Vennett), Brad Pitt (Ben Ricker), Melissa Leo (Georgia Hale), Hamish Linklater (Porter Collins), John Magaro (Charlie Geller), Rafe Spall (Danny Moses), Jeremy Strong (Vinny Peters), Finn Wittrock (Jamie Shipley), Marisa Tomei (Cinthia Baum), Margot Robbie (Ella misma), Selena Gomez (Ella misma).{/xtypo_rounded4}

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A pesar de las buenas interpretaciones (el reparto es excelente) y de que la historia es más que solvente y todo el metraje está repleto de momentos brillantes, el contenido puede llegar a resultar en exceso farragoso y en muchos instantes llega a ser complicado seguir lo que se está contando. Sin embargo es más asequible que la ya mencionada Inside job o que Margin call (que también trataba más o menos el mismo tema).

McKay recurre al humor (extremadamente ácido, en determinadas ocasiones, el gag de Margot Robbie es genial) para contarnos cómo nos timaron a todos. O eran muy listos, o rematadamente estúpidos. Lo que sí está claro es que todos los personajes son despreciables, incluidos los supuestos ‘héroes’ de la cinta, que también intentan lucrarse con la debacle y la desgracia de millones de personas que lo iban a perder todo. Únicamente Brad Pitt, aprovechando su papel de productor, se coloca en un rol algo más bondadoso, como ya hiciera en 12 años de esclavitud, aunque aquí sus escenas, al menos, sí tienen cierto sentido.

La gran apuesta es una película necesaria a la par que dolorosa. Duele ver que te hayan tomado el pelo, y sobre todo que después de lo ocurrido, ninguno de los culpables haya pagado su culpa, que todo siga igual, pero con distintos nombre. En algunos momentos, las risas acuden a socorrerte. Ese es el punto fuerte de la cinta, que McKay consiga hacer una comedia ácida con estos mimbres. Te ríes por cómo te lo cuenta, y sobre todo al darte cuenta de que no es que nos tomen por tonto. Es que lo somos.

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