¿Dónde están los sindicatos de clase?

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El anuncio del Gobierno Rajoy en funciones de una pírrica subida del salario mínino en poco más de seis euros y de las pensiones en dos miserables monedas, ha hecho aparecer de nuevo y tímidamente a los sindicatos de clase, con las protestas de rigor y el comunicado de siempre.

Para nosotras, Socialistas (AS-ISI) pertenecientes a una cultura de clase y a la tradición obrera, pero imbricados en los nuevos movimientos sociales, mareas y luchas populares, el sindicalismo es una parte esencial de las luchas y las resistencias contra la injusticia, la explotación y por la dignidad del trabajo. Creemos pues en la imperiosa necesidad de la existencia de un sindicalismo activo y fuerte. Por eso mismo contemplamos con estupor como los sindicatos andan casi silenciados y desmovilizados. Se lucha en los tajos, en cientos de empresas Es cierto que hay luchas puntuales muy fuertes y largas incluso. Pero también es cierto que uno de los países más desiguales de Europa, el Estado Español, necesitaría de una mayor energía sindical.

Tras las huelgas generales y las Marchas de la Dignidad, con una escalada de represión con cientos de sindicalistas multados y con penas de cárcel, las cúpulas de los sindicatos andan demasiado silenciosos y sospechamos que silenciados. La precariedad escandalosa, las rebajas salariales, la expulsión del empleo de cientos de miles de personas maduras y la nulidad de derechos sindicales y laborales en la mayor parte de las empresas privadas, especialmente sangrante en la hostelería, el comercio en sus distintas variantes de grandes superficies, cadenas o franquicias, pero también en las empresas de nuevas tecnologías, telefonía etc. Así como la aparición de cientos de miles de falsos autónomos en empresas de servicios y montajes, pero también en los sectores más diversos, han hecho aparecer un nuevo proletariado juvenil. Sin ningún derecho, desconectados entre si y simplemente supervivientes, las nuevas personas trabajadoras están ya muy lejos de la solidaridad del movimiento obrero.

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Los sindicatos, todos ellos, son incapaces de penetrar en estos sectores y menos de ilusionar a sus trabajadores con la necesidad de la lucha sindical y en la lucha de clases del siglo XXI.

Además las dos reformas laborales han convertido a los sindicatos y al sindicalismo en las empresas en una actividad clandestina de alto riesgo. La libertad sindical en el estado español, no existe ya y los aparatos sindicales son incapaces de denunciarlo.

Los sindicatos han abandonado su actividad política y la necesidad que tienen de influir en política. Han abandonado la acción política y por tanto han dejado de existir como entes imprescindibles de presión y de movilización. La política en sindicalismo, es imprescindible y ello no quiere decir que se conviertan en apéndices de los partidos políticos, o que desarrollen actividad electoralista. Pero sí deben opinar y convencer a al mundo del trabajo, acerca de su apoyo a quienes se enfrentan a la oligarquía y al conservadurismo, al neoliberalismo. No se puede ser neutral en un mundo injusto, en un país desigual, ante una gran patronal que impone su dictadura. Los sindicatos saben además que necesitan ser fuertes para defender los intereses de las asalariadas y los empleados o no, pero para ser fuertes se deben arriesgar y bajar al barro, en lugar de estar en despachos o centros subvencionados de orientación o formación profesional.

O el sindicalismo cambia y se implica, se politiza en el buen sentido de la palabra y se posiciona de forma clara con las fuerzas de las izquierdas transformadoras, o desaparecerá.

En Gran Bretaña, cuyos sindicatos en otros tiempos eran muy fuertes y combativos, fueron casi destruidos por la contra-revolución conservadora de Tatcher y que siguieron siendo golpeados por el blairismo y la tercera vía socioliberal, han vuelto a situarse en la arena social, propiciando y apoyando el triunfo de Jeremy Corbyn de forma decisiva.

Creemos que el sindicalismo de clase se debe rearmar y reorganizar. Las fuerzas del mercado son muy poderosas y van a intervenir en política, siempre lo hacen. No dejarán fácilmente que un posible gobierno de progreso –si es que tal se diera- o las decisiones parlamentarias de abolir las “reformas” les hagan peligrar los triunfos y avances innegables que han obtenido del Gobierno del PP y de la Unión Europea. Por tanto los sindicatos deben volver a hacer fuerza y a hacerse fuertes.

Como SOCLIASTAS exigimos el regreso a la arena política y la lucha de clases de los sindicatos.

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