Refugiados

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– Sancho, ¿Quién es esta pobre gente? que traen el terror dibujado en la cara.
– Señor, aunque vencida y desbaratada son buenas personas que como vuestra merced bien dice, huyen del horror de una guerra que hay en su país, un lugar lejano llamado Siria. Gente que han perdido trabajo, amigos, casa, familia y, esperan les ayudemos a iniciar una vida nueva.

– Pues así debe ser, Sancho, que no hay mayor satisfacción personal que ayudar a aquestos débiles que nos necesitan.

– Dios sabe que quisiera ayudarles—replico Sancho—mas no podemos por ser una labor tan grande que escapa a nuestro menester.

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– A lo que yo veo, amigo Sancho, no hay cerradura que no pueda abrir un caballero a lomos de su corcel.

– Digo pues, señor –respondió Sancho—que sus buenas intenciones y palabras convirtamos en hechos, socorriendo y amparando a estas gentes sufrientes y desdichadas.

– Agámoslo—dijo Don Quijote—los demás entuertos pueden esperara. Ellos no.
Sin más ni más, se apeó de Rocinante y mando a Sancho que lo mesmo hiciese del rucio, y que a emtrambas bestias atase muy bien, juntas, al tronco de álamo o sauce que allí estaba. Y con los brazos abiertos se dirigieron hacia los refugiados…
Todos estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no. Sancho Panza

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