Los Esenios

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Junto a su hijo, que acababa de cumplir doce años. A la hora indicada por la “fraternidad” el mismo día que nació el niño, en el centro comercial más grande de la ciudad de Sevilla;  esperaba a la persona importante que debía hacerse cargo del chico y de su futuro.

Después de abandonar la última morada, la casa de un apóstata que incluso llegó a intentar deshacerse de ambos, recluyéndolos en una iglesia cercana, algo que impidió el sacerdote que la dirigía con una actitud que connotaba saber algo más de lo que argumento. Le palpitaba con fuerza el corazón, sentía que su misión estaba a punto de concluir y por fin, podría retirarse para orar a Dios el resto de su vida.

Era el día uno, mes tercero del año 2015, el tiempo indicado por los códices antiguos. Por las escaleras mecánicas subía un pequeño grupo de personas, todos varones, menos una mujer que tapándose parecía disimular su presencia. Pero de forma inmediata reconoció al que parecía ser el líder, aunque nunca llegó a conocerle personalmente, le habían hablado en secreto mucho de él; era el joven predicador esenio Juan el Bautista. Ella, la mujer esquiva; María…

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No veo falta que yo no hubiera podido cometer. Goethe

 

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