Basura cool

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Película Trash. Ladrones de esperanza

TRASH. LADRONES DE ESPERANZA

Hay ocasiones en las que uno acude a la sala de cine a ver una película con la sensación temible, de que la experiencia no va a ser nada buena. Y puede haber muchos motivos para ello. En ésta, por ejemplo, estaba el hecho de que ya desde el tráiler uno conocía toda la historia. Y es que esta es una de esas veces (que no son pocas, la verdad) en la que al ver el avance de la cinta, esa publicidad de dos minutos que la mayoría de las veces nos hacen decantarnos por una película en concreto, podemos ver el inicio y todo el desarrollo, paso a paso, hasta el final. Y una vez vista, salvo por detalles contados, no hay sorpresas.

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{xtypo_code}Reino Unido-Brasil, 2014 (115′)
Dirección: Stephen Daldry.
Producción: Tim Bevan, Eric Fellener, Kris Thykier.
Guión:  Felipe Braga, Richard Curtis, basado en la novela de Andy Mulligan.  
Fotografía: Adriano Goldman.
Música: Antonio Pinto.
Montaje: Elliot Graham.
Intérpretes: Rooney Mara (Olivia), Martin Sheen (Padre Juilliard), Wagner Moura (José Angelo), Selton Mello (Frederico), Rickson Tevez (Raphael), Eduardo Luis (Gardo), André Ramiro (Marco), Gabriel Weinsten (Rata), Jesuitá Barbosa (Turk), Nelson Xavier (Jefferson), Maria Eduarda (Pia). {/xtypo_code}

Raphael y Gardo son dos niños que viven en una de las más humildes favelas que rodean Río de Janeiro. Se ganan la vida rebuscando entre la basura. Un día encuentran una cartera con algún dinero. Pero cuando poco después llegue la policía buscando dicha cartera, sabrán que hay algo más que no ven. Entonces empezarán a investigar y darán con un caso de corrupción que pondrá en peligro sus vidas.

A Stephen Daldry le gusta trabajar con niños (de hecho, es un gran descubridor de artistas infantiles, cosa que ha demostrado en filmes como Billy Elliot o Tan fuerte, tan cerca). Aquí hay tres talentos brasileños que se comen la pantalla. Pero el problema es el tratamiento que se le da a la historia. Daldry pinta un basurero con niños que malviven y trabajan entre la porquería que generan los demás con demasiada benevolencia. Es un parque en el que los pequeños se divierten, se bañan en un río lleno de mugre mientras se ríen  carcajadas. Visualmente es hasta bonito. No sabemos si es porque no sabe o porque no quiere (le interesan más otras cosas), pero no transmite la dureza de la vida en tales circunstancias.

Con una historia de denuncia de la corrupción de los gobiernos, de la policía, y del trato indigno que dan a los desfavorecidos, aprovechando sus puestos privilegiados para llenar sus bolsillos, la historia pierde fuerza por su poca credibilidad. Resulta difícil de asimilar que unos críos, que apenas han pisado la escuela sean capaces de iniciar (y llevar a buen término) una investigación del calibre de la que llevan acabo. Ni hablar ya de lo poco verosímil que resulta el giro final (la aparición en escena de un personaje inesperado).

Demasiado optimista, Trash se salva por un montaje que mantiene el interés del espectador por su intenso ritmo, pero que deja de lado el retrato de la vida de los desfavorecidos por una trama más convencional de buenos y malos (muy planos, por cierto), en la que uno no se consigue olvidar de que lo que está viendo no tiene ni pies ni cabeza.

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