El profesor y la nieve

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Película El amor es un crimen perfecto

EL AMOR ES UN CRIMEN PERFECTO

Estamos ante un thriller atípico y extraño en el que la persecución por resolver el asesinato (que siempre debe estar presente en todo thriller que se precie) es lo de menos, una simple excusa, y sin embargo esa negrura, esa permanente sensación de angustia no desaparece nunca.

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{xtypo_code}Francia-Suiza, 2013. (110′)
Título original: L’amour est un crime parfait.
Escrita y dirigida: Arnaud Larrieu, Jean-Marie Larrieu, basada en la novela ‘Incidences’ de Philippe Dijan.
Producción: Francis Boespflug, Sidonie Dumas, Bruno Pésery.
Fotografía:  Guillaume Deffontaines.
Música: Caravaggio.
Montaje: Annette Dutertre.
Intérpretes: Mathieu Amalric (Marc), Karin Viard (Marianne), Maïwenn (Anna), Sara Forestier (Annie), Denis Podalydès (Richard), Marion Duval (Barbara).{/xtypo_code}

Marc es un profesor de escritura creativa en la universidad de Lausanne (cuya sede parece sacada de una fantasía futurista y espacial) con gran facilidad para conquistar a sus estudiantes (aunque a veces son ellas las empeñadas en conquistarle a él). La última de dichas conquistas es Bárbara, su más brillante alumna, que desaparece tras una noche con el profesor. Días después llega a la facultad Anna, la madrastra de la chica, que está investigando qué ha pasado con la joven y que quiere conocer más a su ahijada con la que mantenía una relación difícil.

La película que han montado los hermanos Larrieu es un producto extraño. Bajo su apariencia de thriller glacial (tanto en las relaciones de los personajes, como en los nevados paisajes en los que tiene lugar la historia) se esconde una comedia negra. El problema es que está tan escondida que cuesta mucho verla (de hecho, se duda constantemente de las verdaderas intenciones de los realizadores).

Lo importante aquí, más que descubrir qué ha pasado con la chica, quién es responsable de su desaparición (algo que, seamos sinceros, se intuye desde el primer momento). Lo que verdaderamente mantiene el interés de la historia es ver lo tóxicas que son las relaciones humanas (en este caso la que une al protagonista con su hermana, con la que vive en una vieja casa familiar perdida entre las montañas, y que está bordeando la obsesión, por ambos bandos, aunque en un primer momento no lo parezca). Es ese trauma del pasado (del que nunca se llega a hablar) el que de verdad importa.
Mathieu Amalric está brillante, como siempre. A su lado, el trío de papeles femeninos (Karin Viard, Maïwenn y Sara Forestier) mantienen también el tipo, pero no llegan al nivel del actor. El guión es interesante la mayor parte del tiempo, pero su resolución resulta forzada, poco creíble. Y ello hace que la sensación con la que uno se queda al final sea muy inferior a la que todo lo anterior invitaba.

 

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