1965. José López ‘Quito’ releva a su padre cociendo aceituna sevillana en Argentina

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1965. José López ‘Quito’ releva a su padre cociendo aceituna sevillana en Argentina

Allí se va tres meses cada año; su cometido es lograr una manzanilla tan sabrosa coma la nuestra

Hasta dos veces se vio obligado José López a retrasar su boda con su novia, Antonia Jurado, por encontrarse a miles de kilómetros de Dos Hermanas, concretamente en la remota localidad de Cruz del Eje, en Argentina.  Allí pasa largas temporadas (desde marzo hasta junio, a veces más tiempo) dedicándose a un peculiar negocio que ya inició su padre, Francisco López, en 1952.

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Consiste en producir, para la exportación a Brasil, aceituna aderezada al estilo sevillano, dirigiendo el proceso desde su inicio, es decir: desde la recolección de la aceituna hasta la finalización del proceso de fermentación. Hasta el año pasado, José acompañaba a su padre en esta aventura. Pero el 2 de abril de 1964, Francisco López (tenía 58 años) falleció de un infarto en la misma finca donde trabajaba. Su hijo ha decidido tomar el relevo. Al fin y al cabo, a pesar de la lejanía y los incómodos viajes, se trata de un trabajo muy bien remunerado. Lo que gana en tres meses en Argentina le da para vivir el resto del año en Dos Hermanas.

1965. José López ‘Quito’ releva a su padre cociendo aceituna sevillana en ArgentinaUna curiosa llamada
La aventura argentina de los ‘Quito’ (apodo de la familia López) comenzó tras una llamada realizada en 1952 desde Argentina a la Delegación de Agricultura de Sevilla, reclamando un especialista en el aderezo de aceituna sevillana. El fruto argentino no resultaba atractivo y querían exportar algo diferente. Francisco López, que desde 1946 dirigía un almacén entamador en La Pólvora, fue el elegido, y sin dudarlo se fue. Tras una primera experiencia cerca de Buenos Aires, regresó a Dos Hermanas. Pero en 1953 se interesaron por su trabajo dos empresarios argentinos, Jesús y Pedro Moreno, hijos de emigrantes españoles. Tenían un olivar de mil hectáreas en la provincia de Córdoba (la finca San Nicolás) y le proponían dirigir la producción de aceituna. Francisco lanzó un órdago y tiró por lo alto en sus pretensiones económicas (100.000 pesetas, hoteles y aviones aparte) pero aceptaron sin rechistar. Y allí se fue entre 1953 y 1964, el año  de su muerte.

{xtypo_rounded3}Los dos ‘Quitos’
Francisco López Gómez (1905-1964), hijo de Francisco López Doval y de Gracia Gómez Muñoz, heredó el apodo ‘Quito’ de su padre, que ya se dedicaba al mundo de la aceituna. A él, de pequeño, le conocían por ‘Moreno del Quito’, por ser hijo de ‘El Quito’ y porque un torero de Alcalá llamado Moreno lo montaba en su burro para repartir pan por Dos Hermanas. Su hijo José (que estudió en el Ave María y en Los Frailes y ahora tiene 33 años), dice de él que “todo lo que tiene de atrevido lo tiene de prudente”, y ambas virtudes las ha demostrado con creces en su aventura argentina.{/xtypo_rounded3}

1965. José López ‘Quito’ releva a su padre cociendo aceituna sevillana en ArgentinaNo fue tarea fácil
La primera cosecha fue un éxito: 600.000 kilos de aceitunas, en su mayor parte exportada a Brasil.  En una ocasión llegaron a 4 millones. Trabajaban desde las 5 de la mañana a las 11 de la noche, coordinando cuadrillas de 600 faeneros. Ni Francisco primero, ni después José lo tuvieron fácil para conseguir lo que le pedían. Principalmente, porque el fruto argentino es distinto del sevillano. La aceituna de allí, al ser de regadío, contiene más agua que la sevillana (de secano) y por tanto también difiere el proceso de la salmuera.  Además, la manzanilla americana es más blanca y más redondilla, y la gordal (una especie autóctona llamada araúco) tampoco es igual. Como dice José, “está comprobado que la gordal auténtica sólo crece en un círculo de 50 km con centro en la Giralda”.
Pero lo lograron. Bajo la marca ‘Olivares San Nicolás’ se comenzaron a exportar miles de medios bocoyes (llamados allí ‘bordalesas’ porque llegan de Burdeos; no hay toneleros en Argentina), de manzanilla (destino Brasil) y gordal (mercado argentino).

900 kilómetros en un Chevrolet
Desde la muerte de su padre el año pasado, ahora es a José al que llaman ‘jefecito’ o ‘ingeniero’, aunque no lo sea. Es muy respetado por el personal, la mayor parte indígena. Quizás el año próximo se traiga de Dos Hermanas a  su hermano Agustín (ya estuvo otro: Francisco), pero mientras tanto no deja de trabajar para lograr mejores cosechas. En un Chevrolet llega a recorrer (él solo y haciendo noche en el camino), 900 kilómetros por infames carreteras de tierra para acceder a recónditos olivares en Aimogasta (Rioja) o Godoy Cruz (Mendoza). “El principal peligro de estos caminos”, nos cuenta, “es que tras un badén te puedes encontrar una vaca. Se acumula ahí el agua y van a beber”.

Echa de menos Dos Hermanas, su gente. Sabe que algún día dejará de cruzar el Atlántico, pero de momento es el sustento de su familia. Su mujer está ahora embarazada y no podrá estar con ella en el inminente parto de su tercer hijo. Por eso se niega a beber mate. “Dicen que el que lo prueba, se queda para siempre en Argentina. Y yo no quiero quedarme aquí”, dice lleno de nostalgia. Hasta que vuelva, le deseamos lo mejor.

 

{xtypo_code}Un trocito de Dos Hermanas…en Sudamérica
La finca San Nicolás es lo más parecido a Andalucía que hay en Argentina. La recolección de la aceituna, la clasificación, el proceso de fermentación, los patios llenos de bocoyes… todo se hace a semejanza de los almacenes de Dos Hermanas. Los empresarios que han contratado a estos especialistas nazarenos quieren exportar aceituna “aderezada al estilo sevillano”. En eso Francisco López era un experto. Antes de tener su propio almacén en La Pólvora, trabajó en Hijos de Armando Soto y en Trueba y Pardo (La Lagunilla). En la foto de arriba, trabajadores rellenando los barriles de aceitunas de forma manual.{/xtypo_code}

1965. José López ‘Quito’ releva a su padre cociendo aceituna sevillana en ArgentinaEncerrado en un camarote
No son fáciles las comunicaciones con Argentina. Aunque últimamente llega en avión tras coger seis vuelos (Sevilla-Madrid, Madrid-Dakar, Dakar-Recife, Recife-Río, Río-Montevideo, Montevideo-Buenos Aires), en 1958, una sola vez, fue en barco: Cádiz / Tenerife / Río de Janeiro / Santos / Montevideo / Buenos Aires. El mareo fue tal que José estuvo 18 días metido en el camarote y no volvió a ir por mar. Tampoco es fácil la conducción en el país hermano. Cuenta José que hay una ley no escrita en las estrechas carreteras. Cuando es de un solo carril, si se cruzan dos coches, los dos sacan una rueda fuera; si se cruzan un camión y un coche, medio coche fuera; si son dos camiones, una rueda cada uno. El autobús siempre tiene prioridad. A la izquierda, José López (en el centro) descansando tras varios cientos de kilómetros en su Chevrolet. Obsérvese en la puerta la leyenda “Olivares San Nicolás S.A.”

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