En memoria de Sandra

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Querida Sandra, el viernes amanecimos con la sangre helada. No dábamos crédito a esas palabras que nunca hemos querido oír de nadie. Descansabas en paz. Aunque el día anterior voces amigas intentaban prepararnos para ello, nos negamos a pensarlo siquiera. Era difícil.

Es muy difícil pensar que las buenas personas puedan faltarnos. Y tú eras una gran persona. Aun en los momentos más duros de tu enfermedad, como sabías que eras el objeto de nuestros desvelos, no quisiste que nos preocupáramos. Incluso en los últimos momentos pediste que no nos molestaran. Cuánta generosidad. Pero si tú sabías que nos encantaba preguntar por ti, saber cómo estabas, organizarte fiestecillas para que supieras que no estabas sola y, evidentemente, para ver si podíamos hacerte comer un poco más.

Has sido un ejemplo a seguir. Peleaste por tu sueño de ser madre. Peleaste por la vida como una campeona. Has sido un gran ejemplo para tu hija en todo, en tu alegría, en tus valores, en tu constancia, en tu lucha. En ser una gran persona. Como decía el viernes una de nuestras jóvenes “deben faltar ángeles en el cielo que se han llevado a la mejor”.
Nuestra sede está triste, Sandra. Somos un colectivo vulnerable, lo sabes muy bien. Pero unido, como tú querías.

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Siempre que venías a la sede nos dabas las gracias por nuestro trabajo y nos infundías fuerzas para seguir. Ahora tu marcha nos ha llegado al alma, nos hace cuestionarnos muchas cosas, ha tambaleado nuestros cimientos y ha reforzado nuestra filosofía de seguir trabajando por los demás, cada uno en la medida de sus posibilidades, pero siempre trabajando por los demás.

Siempre con nosotros Sandra

 

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