Sanear la banca, recortar la ley de dependencia

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Las cuentas están claras: 100 mil millones para sanear la banca española, 283 millones menos para la Ley de Dependencia. La gente que viene a vernos al ayuntamiento, diciendo que le deben 5.000 ó 6.000 euros por cuidar a sus familiares, debe estar encantada.

¿Demagogia? Pues toma dos tazas: tanto hablar del déficit público, y resulta que en los Presupuestos del Estado se prevé un superávit en la financiación de la Dependencia: en 2012 se invertirán 1.668,8 millones, y se ingresarán 1.924 en «retorno fiscal», es decir, en lo que se recauda por los empleos generados en concepto de IRPF, IVA, cuotas de la Seguridad Social, etc.

Conclusión: este año, la Ley de Dependencia le será rentable al Gobierno central, que obtendrá unos «beneficios» de más de 255 millones de euros… pero decir eso no interesa, no: las verdades del banquero son otras; hay que vender la moto.
En una genial viñeta de El Roto, publicada recientemente en El País, un bombero le dice a otro, mientras apagan un incendio: «Olvídate del fuego, lo importante es que no se vea el humo». Al mismo tiempo que las arcas del Gobierno Central engordan por la Ley de Dependencia, el Secretario de Estado de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno Bonilla, habla de «insostenibilidad» del sistema y recorta 300 millones de euros a las comunidades autónomas, que son, precisamente, quienes sostienen el 60 % del total del coste de la dependencia. La jugada maestra: mis beneficios se nutren de tus pérdidas. Como se decía antiguamente: con la ayuda del vecino, mi padre mató un cochino.

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Así son las cosas. El humo se oculta, pero el fuego existe. Se mete la tijera en un servicio social sostenible, mientras la insostenibilidad del sistema bancario se rescata con un porrón inimaginable de millones de euros, con los que se financiaría la Ley de Dependencia durante 60 años y, además, se recuperaría el 40 % en cotizaciones fiscales y laborales. Porcentaje equivalente, qué curioso, al que parece nos costará reflotar Bankia.

En nuestro país, con una tasa de paro escandalosa, se podría crear muchos miles de puestos de trabajo si nuestros gobernantes se decidiesen a generalizar la aplicación de la Ley de Dependencia. Pero, en vez de eso, se rebaja el presupuesto, con la consiguiente repercusión en el desempleo y, sobre todo, con el perjuicio que supone a las personas que necesitan ayuda para mantener la dignidad de sus familiares dependientes y llevan meses sin cobrar las ayudas económicas concedidas.

Decía el físico Richard Feynman que la excepción no confirma la regla, que la excepción prueba que la regla es falsa. Aquí, y cuando digo aquí abro la visión a casi toda la Unión Europea, ocurre que la regla confirma la excepción. Lo que está sucediendo con la Ley de Dependencia y las ayudas a la banca son la prueba del nueve, la pócima mágica de la doctrina del shock, consistente en hacer de asustaviejas, enmeterle mucho miedo a mucha gente en muy poco tiempo y, sobre la marcha, aprovechando el aturdimiento colectivo, ofrecernos una solución mentirosa e indecente. Y la solución consiste en hacer transfusión de sangre desde el Estado del Bienestar al Bienestar del Mercado. Desde los que votan a quienes gobiernan para los que ganan. Desde la Ley de Dependencia a la Dependencia de la Ley del Euro. Los ciudadanos y ciudadanas ya sabemos qué es la prima de riesgo bancario: el humo oculto del fuego que está fagocitando la prima de riesgo de exclusión socia.

 

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