Vigalondo descafeinado

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0901EXTRATERRESTRE

Decir que Nacho Vigalondo es uno de los directores más personales de nuestro país no es ningún descubrimiento. Y que le gusta subvertir los géneros, tampoco. De esta Extraterrestre, su última marcianada, se ha hablado mucho desde hace bastante tiempo, y éramos muchos los que esperábamos con ansias que por fin llegase a las pantallas. Lo malo de estas cosas es que, cuando oyes cosas tan buenas, cuando los deseos son tan grandes, las expectativas van aumentando, y si el resultado final no cumple con ellas, la decepción es enorme. Incluso si la película, en realidad, no es tan mala.

{xtypo_code}España, 2012. (90′)
Escrita y dirigida: Nacho Vigalondo.
Producción: Nahikari Ipiña, Nacho Vigalondo.
Fotografía: Jon D. Domínguez.
Música: Jorge Magaz.
Montaje:  Jon D. Domínguez.
Intérpretes: Julián Villagrán (Julio), Michelle Jenner (Julia), Raúl Cimas (Carlos), Carlos Areces (Ángel), Miguel Noguera (Tipo).{/xtypo_code}

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Julio despierta en casa de la bella Julia, después de una noche de borrachera y (al parecer) sexo, pero ninguno recuerda nada. Él se enamora al instante, ella no. Pero cuando se va a ir, notan que algo extraño ocurre. No hay absolutamente nadie en las calles, los teléfonos no funcionan, ni Internet, ni la televisión… y una gigantesca nave espacial está situada sobre la ciudad. La invasión es la excusa para quedarse. Pero la situación se complica cuando el novio de ella llega, después de estar caminando durante horas con nuevas noticias de las naves.

Vigalondo no firma aquí su mejor cinta, de hecho la anterior Los cronocrímenes, era más redonda que esta. Extraterrestre, a pesar de que es mejor de lo que algunos han querido ver, a pesar de que tiene momentos brillantes, también tiene fragmentos que el ritmo se detiene, y aunque la historia está (en general) bien construida, los parones lastran el resultado final.

No nos engañemos, no todo el mundo puede acceder al humor absurdo y extraño del director, no es habitual que en sus creaciones haya carcajadas, y su humor es a veces muy sutil, pero siempre está ahí. La grandeza de la película es saber conjugar con gran acierto dos géneros tan opuestos como la comedia romántica y el cine de invasiones alienígenas. De hecho, es más lo primero que lo segundo. Incluso, se podría decir que la gigantesca nave espacial que amenaza al planeta no es más que un ‘macguffin’ de los que Hitchcock usaba en sus cintas, un elemento que hace que la historia avance, pero que no tiene la más mínima importancia. Y el planteamiento de los personajes, anteponiendo su ficción, su engaño, ocultando su relación, sin preocuparse por el fin del mundo que se avecina… eso es de matrícula de honor.  

Otra cosa que no se puede negar es que Vigalondo se autoreferencia continuamente. De hecho, basta con echar un ojo a su corto Domingo para ver que esta historia había nacido antes (Extraterrestre empieza una mañana de resaca dominical), pero es que el vídeo que graba al final el protagonista recuerda a otra de sus miniaturas (Te quiero), y el plano que cierra esta cinta es el mismo (básicamente) que el que cerraba su primer largo. Al igual que aquella, la historia se desarrolla en un par de decorados y con cinco personajes.

Humor alienígena, absurdo, en una cinta en la que tienes que entrar desde el principio. Vigalondo algo descafeinado, pero que logra una película que enamora, que te hace reír, y con unos intérpretes en muy buena forma.

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