Confesiones intimistas de Valme con sones polifónicos

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    1501Isabel Mª Caballero conmovió con un pregón muy recogido  y lleno de pequeños detalles

    {xtypo_quote_left}“Nazarenos, despertad, que llega la fiesta, la vida, llenarse de Valme que empieza la romería”{/xtypo_quote_left}

    Como las conversaciones mantenidas  cara a cara en el Sagrario con la Virgen, “con el corazón abierto, las manos extendidas y la piel erizada”, Isabel María Caballero Holgado pregonó el pasado domingo los días grandes de Valme. Una situación nueva para ella, a la que confesó haber llegado sólo por su amor a la Virgen, ya que, “no es tarea fácil hablar de Valme a gente de Valme”.

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    Con esta declaración de amor, muy patente durante todo el acto, comenzó un pregón muy íntimo y personal, en el que, sin lugar a la duda, la gran protagonista fue María de Valme. La clave de toda su disertación, como anunció la propia Isabel María, fue un ejemplar antiguo de una  Felicitación Sabatina que alguien dejó en su casa. En ella encontró “el núcleo, la esencia y el origen de lo que siento y debo expresar”.

    Tres términos que han estado muy presentes durante la hora y cuarto de pregón en la que Isa, como se dirigió a ella en más de una ocasión su hermana, Valme Caballero, durante la presentación, ha expuesto la esencia y el origen de su devoción a Valme, así como su evolución con los años. Todo ello cubierto por el mandamiento del amor, “piedra en la que se debe sustentar nuestras vidas”, ya que, “Valme es fuente de amor y así es como vemos los nazarenos a la Virgen”.

    {xtypo_quote_left}“Valme es fuente de amor y así es como ven los nazarenos a la Virgen ”{/xtypo_quote_left}

    La pregonera viajó en el tiempo a su infancia, origen de su devoción a Valme, cuando de manos de sus padres acudía a diario a la parroquia para ver a la Virgen. Basándose en un repaso y descripción minuciosos de su talla, como la pregonera la recuerda de un encuentro inesperado en la sacristía, sin manto ni corona, fue sacando a colación diversos temas de interés en torno a la institución eclesial, como el cuestionado papel del cristiano en la sociedad actual, “a pesar de defender los valores que todos demandan en la sociedad”, o  la necesidad de un mundo mejor, para el que es fundamental el papel de la juventud, a los que animó a “sentir, amar y vivir con el nombre de Valme en sus labios”. Siendo ejemplo, prosiguió, “del valimiento de la Virgen” como portadores de la buena nueva.

    Isabel María se recreó con una prosa muy bien elaborada y con gusto en todos aquellos detalles que rodean a la Virgen, como las varas de nardo para difundir su amor, el cojín sobre el que sustenta sus pies y que, a su vez, es fiel sustento de la devoción a la Virgen, así como los primeros cohetes de las vísperas o las flores de otoño o de Valme, pidiendo a Dos Hermanas que no se olvide “del rizado de los pétalos, como confección amorosa que es voluntad de un pueblo”.

    {xtypo_quote_right}“Necesitamos los nardos para que siembren su fe por todos los rincones”{/xtypo_quote_right}

    Quizás, muchos esperaban un pregón más romero y festivo, que se quedase en el bullicio y la fiesta, en la que Isabel María apenas entró, ya que su  disertación concluyó justo en el momento en el que la Virgen abandona el templo el domingo a primera hora de la mañana, tras la misa de romero,  símbolo de la fusión entre religiosidad y tradición, para ser montada en su carreta. La pregonera se recreó más en los días previos, de los que resaltó el traslado de la Virgen al altar de cultos, como símbolo de “la elevación a los cielos de la reina nazarena” o el Besamano del sábado de vísperas, jornada mágica y cargada de detalles.

    Su pregón fue más de templo, de Sagrario, más de recogimiento que de lucimiento, lo que incidió en una manera más pausada que exaltada de contar las cosas, sin buscar el aplauso con la elevación de las rimas finales tan propias de este tipo de pregones y que facilita el trabajo de los pregoneros. Isabel María no optó por el camino fácil,  sino por otra forma de decir las cosas que a muchos les sonaría a gloria bendita, ya que la pregonera aportó un elemento innovador hasta la fecha en los pregones de Valme: la introducción de cantos polifónicos, entre estrofa  y estrofa, a cargo de la escolanía infantil de la coral Regina Coeli.

    Los que aguardaron hasta el final en la parroquia de Santa María Magdalena vivieron uno de los momentos más bonitos que se recuerdan en una mañana de pregón de Valme. La voz de la pregonera se confundió con las voces de los niños de la escolanía en la parte final de su pregón. Mientras estos cantaban, ella exaltaba un bonito canto de amor a la Virgen de Valme, “mi vida”, que puso en pie al público.

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