Valentía y tolerancia

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1101DE DIOSES Y HOMBRES

Premiada en el pasado Cannes, y vista en numerosos festivales a lo largo y ancho de todo el mundo, incluido el de Sevilla, y (lo que es más extraño, no por la película en sí, sino por lo raro del hecho) aclamada unánimemente por la crítica (en una web como rottentomatoes, que recoge las diferentes opiniones de cientos de prestigiosos críticos de todo el planeta está con un 100% de opiniones favorables), se estrena la que es una de las mejores películas del pasado año.

{xtypo_code}Francia, 2010. (120′)
Título original: Des hommes et des dieux.
Director: Xavier Beauvois.
Producción: Etienne Comar, Pascal Caucheteux.
Guión: Etienne Comar, Xavier Beauvois.
Fotografía:  Caroline Champetier.
Montaje: Marie-Julie Maille.
Intérpretes: Lambert Wilson (Christian), Michael Lonsdale (Luc), Olivier Rabourdin (Christophe), Philippe Laudenbach (Célestin), Jacques Herlin (Amédée), Loïc Pichon (Jean-Pierre), Xavier Maly (Michel), Jean-Marie Frin (Paul), Abdelhafid Metalsi (Nouredine), Sabrina Ouazani (Rabbia), Abdellah Moundy (Omar), Olivier Perrier (Bruno).{/xtypo_code}

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Por su temática puede echar para atrás a muchos. De hecho, yo mismo no soy muy aficionado a las películas en las que los protagonistas (casi) exclusivos son sacerdotes, clérigos y demás. No es que tenga nada en contra del género, de hecho no es la primera vez que una cinta así me hace pasar un buen rato de cine. Pero, así de entrada, como que no me apetece demasiado. Aunque, una vez realizado el ‘esfuerzo’, el resultado merece la pena.

De dioses y hombres cuenta una historia real. La película nos sitúa en el norte de África, concretamente en un convento de Argelia, donde unos monjes franceses vivían con lo justo, en perfecta armonía y paz con los vecinos de aquella comunidad rural, por supuesto musulmanes, a los que ayudaban en todo lo que podían, sin intentar en ningún momento convertirlos, simplemente por solidaridad. Los clérigos de la historia fueron secuestrados en 1996 y, posteriormente, asesinados, sin que todavía haya sido esclarecida la autoría de los crímenes.

La película, que (evidentemente) no está dirigida a la gran masa, a esa que ve una película (a la gran masa le da igual cuál sea el tema de la misma) engullendo palomitas, muestra el drama de estos monjes, cuyo final ya conocemos incluso antes de comenzar la narración, y que ellos mismos intuyen pronto. Lo interesante de la cinta es que resulta creíble, que nada está impostado, forzado. Los monjes no están presentados como héroes, ni mártires. Ellos no quieren serlo, y cuando empiezan a temer que pueden estar en peligro tienen miedo, quieren irse de allí. Saben que lo eligieron ellos, que están allí para ayudar, pero prefieren volver a Francia, aunque sienten que están traicionando a todo en lo que creen si se van.

El director nos muestra la dualidad de los sentimientos a los que se enfrentan los protagonistas, sus dudas en el momento crítico, sus temores terrenales frente a su espiritualidad. Y resulta creíble, y conmovedor. Cierto que a veces puede resultar algo morbosa, y en ocasiones reitera demasiado las escenas de canto y rezo de los protagonistas, pero con todo, De dioses y hombres es una cinta que no deja indiferente, primorosamente interpretada por todo su elenco, y que tiene un claro mensaje contra el fundamentalismo, contra el odio ciego al otro que algunos profesan, en el nombre de su dios.

 

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