Inocencia en la mirada

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(Mateo) Mira lo bueno y lo hermoso como si fuera la primera vez que lo haces. Los ojos son la puerta del alma; y, si miras las cosas con la ingenuidad de la primera vez, no dejarás nunca de admirarte por tanta bondad como te rodea.

Estamos muy «entrenados» en descubrir lo negativo de los demás, y en lo que nosotros recaemos una y otra vez. También estamos muy concienciados del compromiso que como cristianos tenemos que vivir, aunque no lo vivamos. Pero, la capacidad de mirar una y otra vez la hermosura y la bondad que están a nuestro lado, la tenemos un poco adormecida. Y así cuando queremos vivir como cristianos nos sale el gesto serio de quien sabe mucho, pero saborea poco.

Cada noche guarda unos minutos para ti mismo, para estar con Dios. Quizás tengas que arrepentirte de algo, quizás tengas que pedir fuerzas para continuar tus tareas.Pero no te olvides de repasar lentamente lo hermoso y lo bueno que has visto y sentido. ¿Qué no has visto nada bueno? (…) No lo digas, que ofendiendo a las criaturas, ofendes a quien las creó. Desde el amanecer hasta la noche ¡cuánto de bueno acontece a tu alrededor que has dejado de disfrutar sólo porque es cotidiano! Comienza esta noche y verás como poco a poco el ojo para contemplar lo bueno se espabila y tu vida va sosteniéndose en una continua acción de gracias.

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Juan, el bautista, incluso en la cárcel como estaba, escucha un hermoso mensaje: los cojos andan, los ciegos ven, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la buena noticia.

 

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