En defensa del CO2

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¡Qué mala fama tiene esta inerte materia! ¡Qué mal tratados esos dos átomos de oxígeno y uno de carbono! Y que incultura está detrás de las publicaciones y discursos de los ecologistas de salón y agoreros políticos advenedizos que nada saben de ello. Incluso confunden su fórmula química y su nomenclatura sistemática. En efecto, lo simbolizan como CO2, CO2 e incluso CO, manifestando públicamente una ignorancia científica básica propia de un alumno de ESO. Además demonizan esta molécula hasta el extremo de calificarla como el enemigo público numero uno de la humanidad. El que suscribe, químico y profesor de esta disciplina, desea decirles que el malparado CO2 se denomina dióxido de carbono (antaño anhídrido carbónico); es un gas incoloro, inodoro e insípido, no tóxico ni pernicioso para la salud  (como sí lo es el CO, monóxido de carbono), que se halla de forma natural en la troposfera en 0’035 % en volumen y 0’054 % en peso. Es el gas que se libera por respiración desde los pulmones a la atmósfera por las miríadas de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, así como por las branquias de los peces. ¡Ah! y por los invertebrados (artrópodos, moluscos, gusanos, equinodermos, celentéreos…),  cuyo número es incontable. Los cadáveres, en su descomposición, lo exhalan así como los volcanes, fumarolas y solfataras. Millones de toneladas de dióxido de carbono diarias de manera natural se emiten al medio como producto de la actividad metabólica de los seres vivos o procesos geológicos. Todo ello desde 5.000 millones de años atrás.
LLas plantas lo recogen y en virtud de la fotosíntesis lo transforman en frutos, bayas y tubérculos, alimentos básicos de la humanidad y de la fauna. El CO2 es la materia prima de los árboles, de los cultivos, de las selvas, forestas, junglas, bosques y toda la flora planetaria. Toda esa ingente masa vegetal nos devuelve, además, posteriormente el dióxido de carbono convertido en oxígeno (O2) respirable para los animales. El carbono (C) se queda en las células vegetales, pues aquél es el elemento químico fundamental en la estructuración de la vida. Éste es el ciclo eterno. Si no existiera el CO2 no habría actividad vital alguna. Ni hoy ni nunca. Ni en este planeta o cualesquiera otros.
Que un exceso de CO2 puede ser nocivo es incuestionable. También lo es el exceso de agua, podemos ahogarnos en ella. O hartarnos de carne de cerdo y agarrar una indigestión. Pero la Química ha caído en desgracia actualmente por causa y culpa de oscuros intereses de las izquierdas políticas, con Al Gore a la cabeza que se enriquece con su “verdad incómoda” pero muy cómoda para él.
Militante sandía (verde por fuera y rojo por dentro), político analfabeto, activista pseudo progre, no critiques al CO2 ni a la Química sin conocerlos. Porque sencillamente… Química eres tú.

¡Qué mala fama tiene esta inerte materia! ¡Qué mal tratados esos dos átomos de oxígeno y uno de carbono! Y que incultura está detrás de las publicaciones y discursos de los ecologistas de salón y agoreros políticos advenedizos que nada saben de ello. Incluso confunden su fórmula química y su nomenclatura sistemática.

 

En efecto, lo simbolizan como CO2, CO2 e incluso CO, manifestando públicamente una ignorancia científica básica propia de un alumno de ESO. Además demonizan esta molécula hasta el extremo de calificarla como el enemigo público numero uno de la humanidad.

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El que suscribe, químico y profesor de esta disciplina, desea decirles que el malparado CO2 se denomina dióxido de carbono (antaño anhídrido carbónico); es un gas incoloro, inodoro e insípido, no tóxico ni pernicioso para la salud  (como sí lo es el CO, monóxido de carbono), que se halla de forma natural en la troposfera en 0’035 % en volumen y 0’054 % en peso.

Es el gas que se libera por respiración desde los pulmones a la atmósfera por las miríadas de mamíferos, aves, reptiles, anfibios, así como por las branquias de los peces. ¡Ah! y por los invertebrados (artrópodos, moluscos, gusanos, equinodermos, celentéreos…),  cuyo número es incontable. Los cadáveres, en su descomposición, lo exhalan así como los volcanes, fumarolas y solfataras. Millones de toneladas de dióxido de carbono diarias de manera natural se emiten al medio como producto de la actividad metabólica de los seres vivos o procesos geológicos.

Todo ello desde 5.000 millones de años atrás. LLas plantas lo recogen y en virtud de la fotosíntesis lo transforman en frutos, bayas y tubérculos, alimentos básicos de la humanidad y de la fauna. El CO2 es la materia prima de los árboles, de los cultivos, de las selvas, forestas, junglas, bosques y toda la flora planetaria. Toda esa ingente masa vegetal nos devuelve, además, posteriormente el dióxido de carbono convertido en oxígeno (O2) respirable para los animales. El carbono (C) se queda en las células vegetales, pues aquél es el elemento químico fundamental en la estructuración de la vida. Éste es el ciclo eterno. Si no existiera el CO2 no habría actividad vital alguna. Ni hoy ni nunca. Ni en este planeta o cualesquiera otros.Que un exceso de CO2 puede ser nocivo es incuestionable.

También lo es el exceso de agua, podemos ahogarnos en ella. O hartarnos de carne de cerdo y agarrar una indigestión. Pero la Química ha caído en desgracia actualmente por causa y culpa de oscuros intereses de las izquierdas políticas, con Al Gore a la cabeza que se enriquece con su “verdad incómoda” pero muy cómoda para él. Militante sandía (verde por fuera y rojo por dentro), político analfabeto, activista pseudo progre, no critiques al CO2 ni a la Química sin conocerlos. Porque sencillamente… Química eres tú.

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