Durante los últimos meses han empezado a dispararse las alarmas y desde entonces solo escuchamos: crisis, crisis, crisis. El tema se ha trasladado a la sociedad hasta convertirlo en el único que se trata en los centros de trabajo, las tiendas, las reuniones de amigos, la familia, en la calle. En la alta política, los gobernantes negando lo evidente y la oposición sobredimensionándolo, como no podía ser de otra forma. Toda la sociedad manoseando lingüísticamente esta crisis ha conseguido crear una verdadera angustia en los ciudadanos que los induce a no consumir, a no gastar dinero por si esto empeora.
Sí, la economía española y la de los demás países del llamado primer mundo está enferma, sin embargo se habla muy poco, de la causa de la enfermedad. De unas hipotecas basura en Estados Unidos y poco más. Los médicos de este enfermo, los economistas, tampoco hablan del tratamiento adecuado para este virus altamente contagioso y restablecerle la salud a corto plazo; y lo peor de todo es que nadie prescribe la pauta para no volver en el futuro a enfermar tan gravemente.
En este país, tras treinta años destruyendo la capacidad del Estado para intervenir la economía, después de treinta años de alabar la autorregulación del mercado que generaba pingües beneficios a los grandes capitales, las multinacionales y el sistema bancario privado, de repente el capitalismo salvaje mira al Estado para que socialice sus repentinas pérdidas. Nadie habla de los grandes beneficios de los últimos veinte años de estas grandes empresas.
Posiblemente sea la mayor crisis del mundo después de la segunda guerra mundial. Para sobrevivir cada ciudadano tendrá que hacerlo por sí mismo cambiando su forma de entender la economía y la vida. Es evidente que el esquema que hemos tenido hasta ahora no tiene futuro. Todos somos culpables, el sistema por inducción y los ciudadanos por falta de sentido común. Por eso, todos tenemos que apretar los dientes para salir adelante. Confiar únicamente en el papá Estado es muy cómodo pero poco seguro. El futuro es de los pueblos y seguro que juntos podemos.
