Don Juan Tenorio conquistó el municipal nazareno

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    don juanPlausible versión de ‘El Burlador de Sevilla’

    En un mundo de hombres donde el poder es masculino y las leyes los protegen para no perder su privilegio, no es de extrañar que surja un personaje como Don Juan Tenorio. Cuando en una ciudad como Sevilla, allá por 1340, predominaban más las casas de citas que las iglesias, que el mayor placer del Tenorio sea “burlar la honra de una mujer” no es para llevarse las manos a la cabeza. En este contexto, el director Emilio Fernández llevó el pasado domingo a escena en el teatro municipal una revisión muy moderna y personal de Don Juan. El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina; en la que se propone al espectador un viaje por la monarquía corrupta y caduca, al estilo de las grandes comedias españolas, donde la sensualidad, la música, el color, el humor y el amor arropan al actor en su juego.

    El Don Juan de Emilio Fernández aparece en el ruedo escénico al más puro estilo torero, con una taleguilla de color negro, pero con un guiño de modernidad que viene de la mano de una levita de cuero rojo. Un auténtico canalla español, genialmente interpretado por el malagueño Fran Perea, que ha logrado magistralmente meterse de lleno en el personaje, comprenderlo y ofrecer al espectador una radiografía del mismo, en el que la chulería, el atrevimiento y la zalamería son sus principales señas. El Tenorio de Perea, a pesar de ser un burlador, enamora desde el primer momento que aparece en una escenografía sencilla,casi desnuda, en la que tan sólo predominan dos mesas y cuatro sillas, que los personajes mueven a su antojo.

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    Estructurada en 17 escenas, la obra muestra el viaje de Don Juan de Nápoles a Sevilla, pasando por Tarragona, Dos Hermanas o Lebrija, ciudades en las que el mito va dejando un amor en cada puerto. En sus hazañas, Tenorio se acompaña de Catalinón, su fiel criado. Un personaje, que recuerda al Sancho Panza del Quijote y que logra quitarle el protagonismo a su amo, gracias a la soberbia interpretación de Jorge Roelas. También destacaron sobre las tablas del municipal: Enrique Arce en sus múltiples personajes, sobre todo, en el de Batricio, un gitano de Dos Hermanas, que despertó las carcajadas del espectador; así como la elegante puesta en escena de Juan Fernández, como Pedro y Diego Tenorio o Gonzalo de Ulloa.

    En definitiva, una plausible versión del mito de Don Juan Tenorio, quien llegó a Dos Hermanas, vió, actuó y conquistó el teatro municipal.

     

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